Señor Director:

En su carta de este lunes, el señor Ugarte señala que el aborto deja en la mujer una huella dolorosa y persistente, por lo cual la prohibición del aborto (en cualquier circunstancia) la protege de estos efectos adversos.

Un análisis cuidadoso de la evidencia disponible no permite afirmar que en realidad sea el aborto el que produce daño en la salud mental de la mujer. Si bien el estudio finlandés muestra un aumento del riesgo de suicidio luego de un aborto inducido, no establece si es por el aborto o por el estado de salud mental previo o por las circunstancias sociales que llevaron a un aborto (Gissler M., 2015). El comparar a mujeres que se han realizado un aborto con aquellas que han llegado a término con un embarazo deseado y muchas veces buscado es una seria limitante metodológica para sacar conclusiones científicamente válidas respecto de los efectos del aborto en la salud mental.

Un reciente estudio prospectivo comparó a 956 mujeres que se habían realizado un aborto legal con otro grupo al que les fue denegado el aborto por haber sobrepasado el límite de edad gestacional permitido (Biggs, M.A. The Lancet 2017). Luego de un período de observación de cinco años, el estudio mostró que las mujeres a las que les fue denegado el aborto tenían más síntomas depresivos iniciales que aquellas que tuvieron acceso al aborto, aunque las diferencias desaparecían con los años. Concluyen que no es argumento válido para denegar un aborto las eventuales consecuencias en la salud mental de las mujeres.

En esta misma línea, la Asociación Americana de Psicología señala que no existe evidencia que muestre que el realizarse un aborto único altera la salud mental de las mujeres (2008). Dado que continuamente se va generando nueva evidencia sobre el tema, sería conveniente que el señor Ugarte actualice las suyas de 2002.

Sofía Salas Ibarra
Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana,
Facultad de Medicina UDP