Señor Director:

En nuestro país hay 6 millones 250 mil hombres mayores de 18 años, según el último censo, de 2012. Buena parte de ellos podrían ser padres de niños con posibilidad de ser abortados a partir del martes próximo.

Ese día, el Senado vota la idea de legislar sobre la legalización de terminar con la vida del propio hijo. En todo el debate no se ha escuchado la palabra "padre", ni menos "derecho del padre" sobre una criatura que también le pertenece.

Es cierto que estudios como los de la Fundación Chile Unido hablan de un alto porcentaje de hombres que abandonan a las mujeres al momento de saber de un embarazo no deseado y que las presionan a abortar en un 92% de los casos.

Pero ese dato se refiere a las mujeres que llegan a instituciones como esta, que con acompañamiento evitan, con gran éxito, que madres angustiadas por su embarazo tengan a sus guaguas (85% de los casos).

¿Cuál será la realidad de las historias que no se conocen? Cuesta creer que casi la totalidad de los padres quieran matar a sus hijos antes de nacer. ¿Cuántos habrán sido ignorantes de decisiones tomadas por mujeres en la desesperación?

Una omisión como esta no es casualidad, y se explica por un proyecto cargado de ideología que contrapone los derechos de la madre y el hijo como si fueran enemigos, y olvida que el niño lleva la mitad de carga genética del padre, que no considera al niño como parte de una familia, en dificultades tal vez, que hay que ayudar, y no eliminar.

Florencia Ruiz-Esquide