La U no había estado mal en San Carlos y ahora en el Nacional siguió mejorando y hasta superó a la Católica en varios pasajes. Fue mejor que el campeón, en rigor.
Sin embargo, el clima crítico hacia Víctor Hugo Castañeda es muy ácido. No se le concede casi nada bueno a su dupla con Luis Musrri. Y ocurre que han levantado al equipo. Le han devuelto el alma, se reencanta su relación con la hinchada, juega mejor y llega al gol.
A muchos les parece simple la solución de los problemas que debe solucionar el actual cuerpo técnico, sin considerar que ninguna de esas dificultades es simple y algunas ni siquiera se consideran.
Lo más importante está en el aspecto anímico. El plantel universitario ha sido duramente golpeado. En primer lugar por lo vivido desde la decisión de modificar el cuerpo técnico a la salida de Martín Lasarte, cuando el arribo de Sebastián Beccacece remeció al club y al ambiente con procedimientos reñidos con la costumbre y con la ética básica del fútbol.
Usted comprenderá que cuando el respeto esencial es atropellado se atenta contra toda la estructura institucional. Se pierde el respecto entre todos. La dirigencia quedó muy mal entonces ante el plantel, ante su público, ante la crítica.
Por otro lado, la defensa de esa dirección técnica exponía que "ya se entenderá" lo que se pretende, que los jugadores ya "entenderían" lo que se proponía el entrenador. Nunca se supo en qué consistía aquel proyecto técnico. Nunca. Escuché a varios majaderos insistiendo en "el proyecto", sin jamás definirlo ni describirlo.
Ante el fracaso, se decidió insistir con el que hacía de cabeza, reforzando el equipo a un alto precio.
Se puede decir que eso ya pasó, que esta es una nueva etapa y que no se puede seguir con lo mismo. Pero, si me permite, conviene aclarar que hay fenómenos que dejan huella. Casi todos lo hacen. Los físicos y los sicológicos.
Y en la U el daño sicológico de aquellos episodios desastrosos afecta hoy con cicatrices ásperas que cuesta suavizar y borrar. Quienes más deberían aplicar bálsamos son quienes originaron todo el desastre: los dirigentes azules. Pero no se los ve en esa labor necesaria. No se los ve en ninguna parte. Todo, entonces, queda en manos del cuerpo técnico de los Castañeda y Musrri. Y es mucha carga. Bastante han hecho desde su llegada y lo mejor sería dejarlos trabajar tranquilos, olvidándose de aquello de que su permanencia depende de que lleguen a una copa internacional. ¡No hay derecho!
La U dejó la corona de campeón de la Copa Chile. La dejó, aunque haciéndole 3 goles al monarca de la primera división. Ahí está Mario Salas, el técnico de moda, cuyo equipo hace 4 cuando le hacen 3. Esa es otra historia.