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Editorial
Martes 25 de octubre de 2016
Proyecciones y ecos de la municipal
Es revelador que el 87% de los votantes -frente a una amplia oferta de opciones para concejales- optara por candidatos de los dos conglomerados más conocidos y mejor posicionados...
Tras el mal resultado electoral de los partidos de centroderecha en la municipal de 2012 y la debacle al año siguiente en la elección parlamentaria y presidencial de 2013 -seguido de deserciones y divisiones entre sus filas-, es comprensible la inyección de ánimo que representa el resultado del domingo: se han recogido las aguas del tsunami que de la mano de Bachelet le arrebató en ese entonces emblemáticas comunas -como Providencia y Santiago- y le propinó algunos de los peores resultados desde el regreso a la democracia.
Es cierto que las elecciones municipales están conformadas en rigor por 690 comicios, dos por cada comuna, y que para entender sus resultados primero hay que escrutar su componente local y coyuntural. Pero, posteriormente y mirándolas en su conjunto, es posible extraer conclusiones más generales sobre su interpretación como una consulta popular al ánimo político del país y por lo tanto proyectables más allá del ámbito comunal. Ese alineamiento ha estado presente y ha precedido algunos cambios de gobierno. Eso explica a nivel nacional la sensación de derrota que se apoderó del Gobierno y su coalición, y la de victoria que celebró la oposición de centroderecha, así como también la dificultosa argumentación que deben elaborar algunos grupos emergentes para dar sentido al escaso apoyo recibido en las elecciones del domingo, mientras otros sortearon exitosamente la prueba.
Es en las elecciones de alcaldes donde mejor se manifiestan los componentes locales de este proceso, pues se pone a prueba la gestión del incumbente, cuando este aspira a la reelección, así como la conexión que los desafiantes logren con los vecinos de su comuna. Se reeligieron más incumbentes que en 2012 (71% de ellos versus 67% en ese año), probablemente porque, en un ambiente caracterizado por una población descontenta con la política y con campañas muy pobres en recursos y agobiadas de regulaciones, fue más difícil para los desafiantes provocar un debate bien informado, y por ello estos tuvieron más éxito en comunas con población más concentrada y urbana, donde se pudo manifestar con más facilidad ese debate.
En cambio, las elecciones de concejales, en que el componente local se diluye dada la enorme cantidad de candidatos, la mayoría de los cuales resultan desconocidos para la población, tienden a reflejar más el posicionamiento de las marcas de los partidos o conglomerados de partidos a quienes esos candidatos representan que el atractivo de estos. De ahí la importancia de que el 87% de los votantes -frente a una amplia oferta de opciones- optara por candidatos a concejal de los dos conglomerados más conocidos y mejor posicionados. El duro trance que han vivido los partidos en los últimos años no impidió a estos convocar a una gama razonable de liderazgos locales y nuevos rostros que impidió la erosión de los partidos consolidados a manos de los grupos emergentes y los liderazgos provenientes de los movimientos sociales. Por el contrario, ahí donde las coaliciones no supieron tomar el pulso ciudadano o encajonaron a sus simpatizantes con propuestas frívolas, se abrió el espacio para la emergencia de candidaturas simbólicas que lograron convocar a los participantes, como sucedió en Valparaíso.
Este triunfo de la centroderecha no tiene un sello personal como el que impregnó la imagen de Bachelet a las contiendas de 2012 y 2013, y le permitió imponerse sin ningún contrapeso sobre las dirigencias partidarias y gestar un tipo de gobierno que hoy es rechazado por la ciudadanía. La posición expectante de la centroderecha solo cristalizará en la medida en que el sector se aboque a consolidar en un trabajo unitario los logros alcanzados. Porque tal como señaláramos ayer en esta página, los resultados del domingo, con la alta abstención registrada, entregan más incertidumbres que estabilidades.