Un periodista deportivo belga, de visita en Chile, quiso saber por qué el torneo de Apertura se juega durante el segundo semestre y el de Clausura en el primero.
El oriundo de Bruselas entendía que en el idioma español una palabra era inicio o comienzo y la otra significaba cierre o término.
La respuesta, como se estila por estos pagos, fue a la forma y no al fondo, porque el fondo es oscuro y agotador.
Se le dijo que en algún momento de nuestra historia -y han sido numerosos- quisimos imitar a los europeos, y específicamente sus campeonatos y fórmulas.
Ante la explicación, el belga saltó levemente y explicó que en Europa nunca se había jugado algo como Apertura y Clausura, y de haberlo hecho -precisó-, entre enero y junio habría sido la Apertura y el Clausura entre julio y diciembre.
Se le manifestó al colega, con toda calma, que habría que acudir al contexto para entender los hechos, pero eso requería lo que el belga ni nadie tienen en un viaje al extranjero: tiempo.
Pero por deformación y quizás por su carácter inquisidor e incluso majadero, y puede que por historia, cultura y costumbre, siguió con su credo de preguntas.
Acá sirve apuntar que Pipino el Breve, el ciclista Eddie Merckx y el gran detective Hércules Poirot fueron sus compatriotas.
Ahora quería conocer las sucesivas remodelaciones del Estadio Nacional, que en los años 60 podía albergar cómodamente a 70 mil personas, pero su cifra oficial y actual es de 48.745 espectadores.
Suponía que los 70 mil eran con público de pie, pero quería comprobar que la instalación de asientos fue lo que redujo tan drásticamente el aforo.
Ahora reproduzco textual una pregunta doble, donde también se respondió a sí mismo, así que va todo junto:
"¿Por qué construyen estadios con capacidad para 20, 24 o 30 mil personas, cuando finalmente van a permitir el ingreso de 10, 12 o 15 mil? No lo entiendo. ¿No sería preferible un estadio que rondara las 14 mil personas? Aunque en ese caso, y pensándolo bien, me temo que solo tolerarían un público de 7 mil espectadores en total".
Al final quiso saber sobre Estadio Seguro: qué es y en qué consiste.
Se le respondió de forma clásica:
El sentido común es el menos común de los sentidos.
Estamos perdiendo la capacidad de asombro.
No hay que esconder la cabeza en la arena, como el avestruz.
La mujer del César no solo debe ser, también parecer.
No confundir libertad con libertinaje.
En fin, digamos que se le respondió con tonterías.
El belga no se marchó feliz, pero al menos se fue, y lo hizo pensando en que los chilenos se entienden entre chilenos.
Se fue equivocado, como es evidente: nosotros tampoco nos entendemos.