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Editorial
Jueves 20 de octubre de 2016
Institucionalidad en la web
El traspaso del control de internet a ICANN da cuenta de que las nuevas tecnologías han abierto la posibilidad de otras formas de gestión, o de gobernanza, con mayor igualdad entre las partes...
Internet es global, y ahora lo será aún más. Desde el 1 de octubre, Estados Unidos cedió el mando que tenía a través del Departamento de Comercio a ICANN, una organización no gubernamental, sin fines de lucro, de múltiples accionistas (empresarios y empresas, universidades, académicos, expertos en tecnología, ONGs, entre otros miembros de las más variadas nacionalidades), que será la encargada de coordinar a nivel mundial el sistema de identificadores únicos, es decir, los dominios, nombres y las direcciones de los usuarios. Esta es una nueva forma de institucionalidad internacional para la era digital.
El traspaso no ha estado libre de polémicas. Desde el senador Ted Cruz, que se opuso por temor a que internet cayera en manos de gobiernos extranjeros, hasta Rusia, China y otros, que querían que el control saliera de EE.UU. y quedara bajo la autoridad de Naciones Unidas, distintos personeros y entidades intentaron impedir el proceso. Muchos resentían que Estados Unidos dominara la red, la que, después de todo, fue creada por el Departamento de Defensa en la década del sesenta, y quedó a disposición de todo el mundo pocos años después.
Aun así, después de las revelaciones, en 2013, de los actos de espionaje de EE.UU. sobre otros gobiernos (datos que filtró Edward Snowden, hoy asilado en Rusia), creció la presión para que Washington se marginara del control y se lo pasara a la Unión Internacional de Telecomunicaciones, una agencia de ONU. Los norteamericanos reconocieron que era difícil resistir la presión diplomática, pero tampoco querían que la red cayera en manos de una burocracia que respondería teóricamente a todos los países del mundo, con el voto igualitario de los miembros de ONU, incluidos regímenes autoritarios como China, Norcorea o Irán, que podrían aprovechar esta instancia para restringir la libertad de expresión. O que se formara más de una entidad coordinadora, lo cual dificultaría una red global.
La solución iba por continuar un proceso iniciado en 1998, cuando el gobierno norteamericano firmó el primer contrato con ICANN, con la mira puesta en una transición que garantizara que el sistema de asignación de nombres y números en internet se mantuviera libre, estable y seguro; que se promoviera la competencia entre países y compañías, y que fuera avanzando con las nuevas tecnologías. Tras años de estudios y proyectos, EE.UU. dio el pase cuando se aseguró de que la entidad cumplía las condiciones para que la red siguiera funcionando adecuadamente. Y eso es lo que todos los usuarios esperan para el futuro.
Este inédito proceso pondrá en manos privadas un bien global que seguirá siendo libre, pero afecto a regulaciones básicas. Lo que no puede hacer ICANN es evitar o impedir los hackeos -tema de las compañías de internet- y su penalización depende de las leyes de cada país. En el caso de los medios de comunicación, por ejemplo, se acaba de lanzar un proyecto de Google para proteger a los sitios web de los medios asociados a la SIP, la organización interamericana de prensa, ya que había evidencia de que regularmente estaban recibiendo "ataques por denegación de servicio", o DDoS, que hacen colapsar el sitio por exceso de tráfico.
El traspaso del control de internet a ICANN da cuenta de que las nuevas tecnologías han abierto la posibilidad de otras formas de gestión, o de gobernanza, con mayor igualdad entre las partes, que van desde la base hacia arriba y con participación de la iniciativa privada, a diferencia de las estructuras institucionales intergubernamentales clásicas del sistema internacional.