Señor Director:
El profesor
Patricio Mena, intentando achacar otra "desgracia" para nuestro país (¿será parte de las siete plagas que vendrán?) si se legisla sobre la despenalización del aborto por tres causales, livianamente le asocia una disminución de la elección de la especialidad por los futuros médicos. Esto ya está pasando hace rato y sin ley, porque todos los que trabajamos en la especialidad sabemos que hay razones mucho más potentemente asociadas a esta disminución de "vocaciones", como la alta litigación que se produce en una especialidad altamente azarosa (la con más juicios de mala práctica en Chile y el mundo, y las primas de seguros más altas) respecto de las expectativas de los progenitores y sus familiares, y la carga laboral que significan trabajados turnos de 24 horas con jornada completa al día siguiente, muchas veces con pocos recursos y con remuneraciones fácilmente sobrepasadas en la práctica privada, etcétera. No es necesario cargarle "muertos ajenos".
Le quiero recordar al profesor Mena que la mortalidad materna en Chile no está "prácticamente desaparecida" (aún se mueren absurdamente 50 madres jóvenes cada año en el proceso reproductivo), sino solo "fuertemente disminuida" respecto de los años en que él trabajaba en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, donde -si no me equivoco- practicaba y enseñaba anticoncepción moderna, siendo miembro de la Asociación Chilena de Protección de la Familia (Aprofa). En Chile se llegaron a morir 923 mujeres en un año (en 1961, 302 por aborto; Tasa Global de Fecundidad de 5,5 -hoy 1,8-) en el proceso reproductivo.
Ha sido, precisamente, el gran desarrollo del programa de anticoncepción -iniciado en el gobierno de Eduardo Frei Montalva- ejecutado en Chile por las matronas de atención primaria desde mediados de los años 60, gracias a las enseñanzas del mismo Dr. Mena y la de muchos otros (Viel, Avendaño, Tisné, Gómez, Faúndes, Zipper, Zañartu, Croxatto, Díaz -Soledad y Juan-, Pizarro, Galán, Gayán, Onetto, Medel, Molina, Guiloff, Guzmán, Orellana, Robinovich, Eisen, Castro, y otros), y no la atención de los médicos especialistas en obstetricia y ginecología, lo que ha impactado fuertemente en las cifras de mortalidad materna. Debemos también agregar como razón lo que menciona el profesor Mena, la asistencia (y no atención) profesional del parto (Chile 99%), de nuevo y fundamentalmente realizada por matronas y los médicos especialistas que hacen turno en los hospitales públicos.
Afortunadamente, cada día tenemos más matronas en Chile. Ojalá tuviésemos también más médicos en la especialidad trabajando en los hospitales públicos a lo largo de Chile. No será este comentado proyecto de ley el que incline la balanza ni a favor ni en contra, hay que hacer otras cosas que encanten a las nuevas generaciones.
Pido, humildemente, que los ruegos del Dr. Mena incluyan la iluminación de nuestras autoridades para inventar soluciones.
Dr. Pablo Lavín
Tocoginecólogo Hospital Barros Luco
Facultad de Medicina Universidad de Chile