Señor Director:
Concordamos plenamente con la carta del 16 de septiembre suscrita por
juristas y representantes de la llamada escuela chilena de Historia del Derecho y Derecho Romano, cuyas obras jurídicas pueden encontrarse en las bibliotecas de las facultades de Derecho de las más prestigiosas universidades del mundo.
Creemos que el erróneo concepto que sobre el valor de los estudios de Derecho Romano e Historia del Derecho tienen algunos representa una mirada miope acerca de la formación jurídica de los futuros abogados del siglo XXI.
En un momento en que la ley estatal tiene supremacía absoluta y en el que muchas veces solo crea dificultades para su correcta interpretación y aplicación, únicamente el estudio del sistema jurídico romano y de su posterior pervivencia en el tiempo y el espacio puede brindar al estudiante el aprecio por el valor de otras fuentes formales del Derecho que le otorguen las herramientas necesarias para alcanzar un mejor razonamiento y criterio jurídicos.
El Derecho Romano y la Historia del Derecho no son solo cátedras importantes para la preparación de los estudios de Derecho Civil -muchas facultades que las eliminaron luego las repusieron en sus mallas-, sino que son indispensables para que el futuro abogado pueda tener los conocimientos esenciales que le permitan, en su ejercicio profesional, discernir lo justo de lo injusto, lo cual constituye el fin último de quienes hemos decidido seguir esta noble profesión.
Solange Doyharcabal CasseXimena Pulgar NúñezGina Samith Vega
Profesoras de Derecho Romano
Felipe Lizama Allende
Profesor de Historia del Derecho
Universidad del Desarrollo