Hace rato que la selección viene resolviendo con éxito las ausencias que ha debido sufrir en partidos importantes. Aquello de que "el jugador más importante es el equipo" encuentra en la Roja una expresión concreta y esta fecha clasificatoria no debería ser la excepción.
Eso sí, debe concederse que esta vez una ausencia es distinta a todas. Porque Claudio Bravo no solo es el mejor arquero chileno de todos los tiempos y su campaña con el seleccionado es notable. Es más que eso y es más que su experiencia internacional. Es, además, el capitán del equipo, lo que importa como ascendiente, por la imagen del plantel ante el público, por su capacidad negociadora ante la dirigencia. Y es, lo más importante técnicamente, el hombre base para desarrollar el funcionamiento desde el área misma a partir de su juego con los pies. Esto le ha valido, de hecho, el llamado de Guardiola al City.
Eso por un lado. Por otro está la causa de su ausencia, que toca un punto sensible desde el punto de vista del ánimo del grupo: ¿se trata de una razón "personal-familiar" o de su naciente relación con el club inglés? La duda, legítima o no, afecta a su relación con el plantel y con el público. Es un asunto ingrato. Por oscuro y porque se avisó tardíamente.
Las opiniones sobre su reemplazo son coincidentes: ningún aspirante se le acerca al titular. El "mejor derecho" lo tiene Cristopher Toselli, que ausentes Bravo y Johnny Herrera pasa de tercero a primero. Lo traicionan su falta de trayectoria con el seleccionado y de don organizativo para su zaga.
A Paulo Garcés lo deprecia su desbalance entre grandes atajadas y grandes errores. Y Miguel Pinto, generoso en experiencia, es mezquino en estatura.
No es un momento de buenos arqueros chilenos en el campeonato local. A nivel de selección hay que mirar hacia adelante, con el buen prospecto que es Gabriel Castellón, el mejor del torneo en curso, aunque verde para el seleccionado.
Es el gran problema para los dos partidos que vienen, salvo que alguno de los aspirantes a la suplencia de Bravo "se destape" y sorprenda a todos.
Lo demás, siempre ha tenido solución en los últimos años y Juan Antonio Pizzi ha mostrado alta capacidad para resolver los temas que se le han planteado. Resolverá lo de Marcelo Díaz (tal vez con la rendidora versatilidad de Francisco Silva o las candidaturas de Felipe Gutiérrez y Pedro Pablo Hernández) y lo de Gonzalo Jara con Enzo Roco (preferencia del columnista).
Más dificultades que Pizzi tienen sus colegas en las bancas rivales, aunque nunca debe menospreciarse la bravura de las formaciones guaraníes.
Y más dificultades tienen Pablo Guede y Sebastián Beccacece.
¿Qué pasó con Guede? Los negativos comentarios que salieron sobre él desde Palestino tal vez llegaron temprano al vestuario de Colo Colo y eso explique que el plantel albo aún "no entienda" el mensaje del entrenador. Y Beccacece, por andar pateando refrigeradores, está enfrentado a la ley de violencia en los estadios, aunque en su goleada del sábado pasado "no hubo errores técnicos", según el presidente del club (¡!).
Y peor la tiene Gonzalo Jara, que además de escupir a Diego Buonanotte (con mala puntería) lo golpeó mientras simulaba ayudarlo a levantarse (con un fuerte golpe conocido tradicional y vulgarmente como "cachuchazo").
¿Ve? Los problemas de Pizzi no son nada...