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Cartas
Martes 30 de agosto de 2016
José Balmes
Señor Director:
Hoy, nuestro país pierde no solo a un pintor, sino que también a un trozo de historia. Un hombre en cuya biografía confluyen tantos nombres y acontecimientos que marcaron la historia del siglo XX, que parece que estuviéramos hablando de más de una vida.
Su infancia, violentamente interrumpida por la guerra civil española y el advenimiento de Franco; el primero de sus exilios, cuando era solo un niño y tuvo que embarcarse en el muelle de Trompeloup en el mítico "Winnipeg"; la imagen de Neruda vestido de blanco, despidiendo a los refugiados en aquel muelle; su llegada a Chile y la cálida acogida de un pueblo gobernado por Pedro Aguirre Cerda; el amor con Gracia Barrios, orquestado por Enrique Lihn; su irrupción en el mundo del arte con el grupo Signo; su filiación y cercanía con Salvador Allende y la Unidad Popular; el golpe de Estado y su segundo exilio en Francia son algunos de los interminables episodios que constituyen a este artista como figura central en la escena cultural nacional.
Con toda seguridad, hoy podemos decir que a lo largo de esta trayectoria vital y profesional, algo que se mantuvo siempre inalterable en José Balmes fue su integridad. Su legado, inconmensurable para el desarrollo del arte en Chile, viene acompañado de una herencia igualmente importante como humanista, comprometido con la educación y la justicia social. Una cualidad que marca su obra, colmándola de un contenido social que es fiel reflejo de ese trozo de historia que lo atraviesa.
Junto a Gracia Barrios, no solo se consagraron a su obra, sino que también brindaron su ayuda a quienes la necesitaban, tanto dentro como fuera de Chile. Reunieron, junto a Moreno Galván, la primera colección de más de 450 obras que formarían la primera colección del Museo de la Solidaridad de Salvador Allende, e incluso en el exilio formaron parte de las comunidades y brigadas que, junto a tantos otros, ayudaron a mantener viva nuestra cultura y a crear conciencia de la represión que se vivía en Chile.
Maestro, reformista y Premio Nacional de Artes Plásticas, hoy no nos queda más que agradecer la potencia expresiva de su arte y de una vida dedicada a la memoria y a la esperanza, y a construir un ideal que comprendió el arte como una herramienta de diálogo transversal e inclusivo con la sociedad, como uno más de los derechos de los cuales los ciudadanos deben ser partícipes.
Esperando que esta carta pueda representar parte del profundo agradecimiento y cariño que el Estado y el pueblo chileno le tienen a José Balmes, y agradecido de la vida por haber tenido el honor de compartir unos momentos inolvidables junto a este extraordinario hombre, me despido enviando mis más sentidas condolencias a su familia y seres amados.
Ernesto Ottone Ramírez
Ministro de Cultura