Como ocurre con su compatriota el gran Verdi, a través de una magistral economía de medios Gregorio Botta (Nápoles, 1953) logra transmitirnos la mayor expresividad. En su caso, el aprovechamiento de la nobleza de los materiales -agua, cera, vidrio, piedra marmórea, papel pergamino, plomo, fierro, tierra, luz- resulta vertido con sutileza sugerente, con austera elegancia. Realmente, su minimalismo dibuja, modela mediante el vacío, la luz, los reflejos, la mancha, las transparencias. Dos exposiciones concretan su estreno en Chile. Así hallamos construcciones murales en Galería AMS Marlborough y tres instalaciones que ofrece el MAC del Forestal. Probablemente, el local de Vitacura alberga el conjunto más unitario y el de mayor embrujo expresivo. De esa manera ahí, sobre la base del rigor geométrico y cromático, sus obras exhalan el aire de límpida ofrenda de un ritual trascendente. Sus cuencos de cera, portadores de la pureza del agua, se aúnan con la translucidez y el brillo del vidrio, con los dobleces y arrugas del papel, con la naturalidad de los manchados. Al mismo tiempo, el efecto de vacío pareciera penetrarlo todo.
La exhibición del museo consta de tres trabajos. Uno consiste en un tríptico de altas casitas de aberturas verticales. Estas nos permiten mirar el interior, donde sobre el piso de plomo el agua y la luz provocan una especie de despojado encantamiento sensorial. Enseguida, un gran cubo de fierro, coronado por tierra y restos vegetales, emite latidos regulares que podrían considerarse signos del palpitar terreno. También, el plomo sirve de soporte a un pequeño espejo de agua, en el que se proyectan imágenes casi irreconocibles de pintura pompeyana, junto a trazos escritos relacionables con las pulsaciones de la instalación anterior.
Bajo la gracia de su título, Galería XS presenta siete desconocidos autores jóvenes. Convence especialmente la personalidad creativa de Fabiola Burgos. Así, por medio de cuatro vulgarísimas bolsas plásticas de mercado, colocadas una dentro de la otra, nos pinta cuatro distintas luces del día. Asimismo, ella entrega dos construcciones verticales, con objetos kitsch de encanto indudable. Por otro lado, destacan Alejandro Leonhardt y Jaime Alvarado. El primero, con la deconstrucción de un muro intervenido con grafitis, cuyos pedazos esparce sobre el suelo. Coloración genuina y textura protagónica muestra el segundo en el cuadro -N° 13- de mayor formato.
Dos expositoras de logros sumamente dispares presenta Galería Patricia Ready. En el altillo, Andrea Silva-Guzmán nos propone construcciones transparentes, donde apela a sistemas orgánicos del cuerpo humano. Pero lleva a cabo su cometido, a través de abstracciones de la tecnología médica. En efecto, primero tenemos la simulación de un gran pulmón. Se trata de una bolsa plástica, incrustada por una especie de pequeños dardos colorados. Un ventilador oculto infla y desinfla, acompasado, el volumen translúcido. Su bien logrado efecto visceral se reitera en las tres obras restantes. De ellas, dos suficientemente distintas aluden a la circulación de la sangre. Una consiste en un par de enredadas tuberías, rojas y paralelas, que se unen entre sí dentro de perfiles metálicos. Aunque no figurativo, este trabajo podría evocar la famosa pintura "Las dos Fridas", de Kahlo. Sus estructuras respectivas forman un protagónico paralelepípedo alargado y rematado en una pirámide; estos replican la casa arquetípica del hombre, sirviendo también de albergue a los sistemas siguientes. Uno más elaborado ofrece un circuito de líquido rojo, al que un motor hace circular por una serie de aquellas cajas vivienda, ahora de plástico transparente. Tubos similares a los anteriores constituyen la red venosa que los conecta. El equilibrio de la composición, el minimalismo del color, el ritmo del supuesto fluir sanguíneo otorgan indudable hermosura plástica a este trabajo. Más sencilla, la última construcción establece un contrapunto formal entre dos casas esenciales. Esta vez, las urnas contrastan superficies erizadas de clavos y pintitas rojas, como de enfermedad cutánea, ubicaciones hacia arriba y hacia abajo. Interesa esta artista en pleno desarrollo.
Patricia Domínguez ocupa la amplia sala principal de la galería. Allí establece una instalación heterogénea, carente de unidad formal, desligada del espacio, exuberante en ingredientes
kitsch, conceptualmente confusa. Su pretendido homenaje al caballo se diluye en medio de tanta diversidad, incluyendo el video de grandes dimensiones que podría aclarar las cosas.
Latidos: tierra y tiempo
El italiano Gregorio Botta deslumbra a través de su economía de medios y su expresividad refinada
Lugares: Museo de Arte Contemporáneo y Galería AMS Marlborough
Fecha: hasta el 16 de octubre
Cogollo de toronjil
Siete interesantes nombres nuevos y jóvenes
Lugar: Galería XS
Fecha: hasta el 30 de septiembre