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Editorial
Domingo 28 de agosto de 2016
Crítica situación en Codelco
La solución no está tan solo en modificar la ley reservada, sino también en transformar a Codelco en una empresa mixta, capaz de captar capital privado.
Las descarnadas declaraciones del presidente ejecutivo de Codelco, Nelson Pizarro, al sostener la semana pasada que esa empresa simplemente se ha quedado sin plata, ponen al descubierto la crítica situación por la que atraviesa la minera estatal. "Hace bien en contarle a Chile la verdad", ha sentenciado el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés.
La crisis de la principal empresa del país importa no tanto por su impacto fiscal -en los últimos dos años financió solo el 3% del erario nacional-, sino por el potencial de desarrollo asociado a su privilegiado sitial en la minería nacional. Una Codelco languideciente le significaría al país prescindir de un importante motor de la inversión, de la innovación en toda la cadena de valor de la minería y del progreso social de importantes regiones. Su situación debe ser entonces preocupación prioritaria.
El problema proviene de la progresiva pérdida de competitividad de la empresa en la industria mundial. Cuando el metal rojo se cotizaba sobre los US$ 3 por libra, ello pasaba inadvertido, pero ahora que se transa cerca de los US$ 2 por libra, la situación se torna angustiosa. Durante el primer semestre, Codelco reporta pérdidas por US$ 97 millones.
La principal estrategia para recuperar la competitividad perdida -además de ciertos ajustes de costos- ha sido desarrollar un ambicioso plan de inversiones. Pero solo los proyectos verdaderamente rentables pueden ayudar a ello. Las débiles perspectivas del cobre hacen dudar de la rentabilidad de algunos de esos proyectos, aunque sus costos hayan bajado. Su financiamiento también se ve amenazado por la alta deuda de la compañía y los magros resultados. Aunque la semana pasada colocó exitosamente bonos en el mercado local, es dudoso que ese expediente sea suficiente, y requeriría más apoyo de su dueño, el Estado. En esto, su historia no es diferente a la de otras empresas estatales: para las autoridades políticas de turno, siempre hay apremiantes necesidades que justifican exprimir sus excedentes hasta la última gota. La solución no está tan solo en modificar la ley reservada u otras exacciones, sino también en transformar a Codelco en una empresa mixta, capaz de captar aportes de capital en los mercados para financiar un desarrollo sano y vigoroso.
En lo inmediato, las aflicciones de caja a las que alude su presidente ejecutivo exigirán gran austeridad en el manejo de los costos. Habrá que negociar con destreza y firmeza para reestructurar los costos de los 65.000 puestos de trabajo que genera, incluyendo personal externo. Ello significará probablemente suspender operaciones hoy inviables, limitar sueldos fijos y tal vez descansar más en pagos variables, susceptibles de mejorar a futuro. Aunque las remuneraciones que reciben sus altos directivos -hoy objeto de polémica- no sean muy diferentes a otras de funcionarios similares, un recorte de ellas serviría como poderosa señal de austeridad hacia el interior de la empresa. Un gesto semejante no es inusual en el sector privado ante situaciones críticas.