¿Cuánto tiempo hay que darle a un entrenador para que logre generarle rendimiento a su equipo? El hincha promedio y la prensa en general suelen darle no más de seis partidos; los dirigentes, ocho como máximo. Es decir, entre un mes y medio y dos meses el técnico tiene que probar que es capaz de sacarle lustre a su plantel y responder a las expectativas, concepto tan de moda cuando se trata de medir algo tan subjetivo como son las evaluaciones de los DT en el fútbol chileno.
En esa lógica, que evidentemente no es una regla escrita, Sebastián Beccacece hace largo rato que debió ser defenestrado de la banca de Universidad de Chile. El entrenador soportó un torneo completo sin ganar dos partidos consecutivos, probando quince diferentes alineaciones y a lo menos tres distintos modelos tácticos, adoptando vigorosas medidas disciplinarias, visualizando el fantasma del descenso en algún momento y asumiendo un discurso vago y anodino para explicar el paupérrimo cometido. ¿Qué lo salvó... y lo sigue salvando? Un contrato extraordinariamente ventajoso para él y costoso para el club, que por salirse de toda norma hizo que los dirigentes abandonaran su principio de cortar el hilo por lo más delgado.
El nombre de Mario Salas ya se ha vuelto a poner de moda después de la discretísima partida de Universidad Católica en estas primeras cuatro fechas. Si la UC cae ante la U este sábado, ocho de cada diez hinchas cruzados van a pedir su cabeza, otro va a esperar el sexto partido y el que sobra será el único que se acordará que es el actual técnico campeón. Título que, por lo demás, es el gran pilar (por no decir el único) que mantiene a Salas al mando del club, porque basta remitirse a los días previos a la última fecha del Clausura 2016 para recordar que al entrenador nadie lo quería, pues nuevamente Católica se ubicaría segunda en la tabla.
La pregunta del momento parece ser cuántos partidos de gracia le quedan a Pablo Guede en Colo Colo antes de que el medio comience a presionar por resultados positivos. Es difícil de creer que en Blanco y Negro sean tan generosos o hayan sido tan dogmáticos, como fueron sus pares de Universidad de Chile con Beccacece, como para no dejar abierta una ventana para una salida de emergencia. No hay que exagerar, claro, pero en un terreno no muy alejado de la ficción, ¿qué pasa si mañana Colo Colo no le gana a Iquique y no acorta diferencias con el puntero? Se habrá cumplido un tercio del torneo y el Cacique estará de la mitad para abajo en la tabla. En ese escenario... ¿cuánto tiempo le daría un hincha colocolino a Guede, más allá de que tenga un juego ultraofensivo y hable bonito, para que no se transforme en un nuevo Cagna o Gallego?
De seis a ocho partidos es el período que tienen los entrenadores para asentarse o salir eyectados de la banca. Así son las reglas del juego establecidas para este tipo de torneos, tan demonizados por su mínima extensión, pero a su vez tan exigentes para quienes por este instinto de supervivencia profesional se han transformado en polos de atracción tan potentes como los propios futbolistas.