Señor Director:

Con estupor, indignación y sobre todo con un profundo dolor, hemos recibido la noticia de los más de 400 niños muertos en el Sename, por distintas causas, desde 2005 hasta ahora.

Es una paradoja que esta institución del Estado creada para proteger a los niños más vulnerables se conduzca con tamaño descuido y negligencia. Y a esas muertes hay que agregarle la de Ángel, el niño de cuatro años maltratado sistemáticamente y finalmente asesinado dentro de su hogar, sobre el que escribí tantas cartas publicadas por este diario, exigiendo explicaciones que nunca se dieron. El Sename estaba en pleno conocimiento de esta situación de maltrato, pero nada hizo por cambiarla. Nunca hemos escuchado que se haya hecho una investigación ni una autocrítica ni un mea culpa sobre Ángel.

Ahora, al fin, a raíz de la muerte de Lissette y presionado por una sociedad indignada, el Gobierno ha reaccionado, aunque no sabemos si está siguiendo el camino correcto. No sirve de nada cambiar los directores y proclamar enfáticamente que se harán rigurosas investigaciones si no se va al fondo del problema. El Sename necesita hacerse de nuevo, reestructurarse desde los cimientos. Estoy segura de que interpreto a la mayoría de los chilenos al decir que es lejos mucho más importante entregar recursos al Sename que a la educación universitaria gratuita para todos. Pero como los niños no votan ni protestan en las calles, son prácticamente ignorados por los gobiernos, que se preocupan de otros temas que dan más lucimiento a sus gestiones.

Queremos un Sename que sea prioridad para el Gobierno y que disponga de recursos suficientes para cumplir su labor con eficacia. Queremos un Sename sin ideologías, que esté a cargo de personas con verdadera vocación por la infancia, sin importar que sean de derecha o de izquierda. Queremos un Sename con personal capacitado y motivado, que sepa escuchar, contener y abrazar cuando sea necesario. Queremos un Sename que brinde a los niños más vulnerables y desprotegidos de nuestro país la oportunidad de una vida más linda y más feliz.

Carmen Jaureguiberry
Periodista