A veces pasa.
Pasa que a la distancia una persona se ve pesada, arrogante y desde luego desdeñosa, pero si se la conoce de cerca y humanamente, en ese caso, se modifica la opinión.
Como el conocimiento próximo y personal no es posible, afortunadamente, hay que mantener el prejuicio, sostener un juicio y proclamar el juicio final: Luis Enrique, el entrenador del Fútbol Club Barcelona, es un pelmazo de exposición y un genuino caluga de plomo.
Es cosa de verlo y escucharlo en las conferencias de prensa, donde trata a sus dirigidos como piezas y peones desechables e intercambiables. Jugadores sometidos a sus designios y eso es lo único que importa, manda y ordena: "He hecho de todo y siempre me ha ido bien".
No es verdad, por supuesto, pero es el hombre soberbio que con la investidura de un rey Midas anda con la varita del faraón, y así un día le toca a Ter Stegen y lo ilumina, y el otro día a Claudio Bravo, y lo corona.
Luis Enrique deshoja la margarita como si fuera la gran flor del invernadero catalán.
Es dirección técnica, pero también luce el arbitrio e insinúa el capricho, porque así es como gobiernan los con sangre azul y desde luego densa, con unas palabras que oscurecen sus decisiones y que tampoco dan señales claras ni precisas.
Luis Enrique quiere ser autoridad celestial y punto final. Y sigue variando porque lo puede hacer y entonces lo hace. ¿Dos peones en pugna? ¿El chileno versus el alemán? ¿El sudaca o el teutón? Así describió la situación: "Esa situación es sostenible, ecológica, orgánica... llámala como quieras".
Nada como la bruma y el doble sentido y la duda permanente. Lo que deja entrever es que todo es líquido y hasta depende del humor con se levante y puede que sí y puede que no.
Es el entrenador Sol y un pesado que hace sufrir con su pesadez, porque es su primer mandamiento. Por fortuna hay tantos sinónimos: plasta, cócora, pelma, patoso, chinchorrero, indigesto, tarugo. Pero tampoco exageremos y mejor saquemos lo de chinchorrero.
Cómo olvidar lo de abril del año pasado, cuando su equipo pierde de local con Valencia por 2 a 1 y así pregunta el periodista Víctor Malo, y así retruca Míster Pelmazo:
-¿Cómo ha influido la preparación física en este bajón del mes de abril?
-¿Cómo es el apellido?
-Malo.
-Siguiente pregunta.
Más sinónimos: petardo, latoso, incordio, lingote, cargante.
Y añadamos ya para el final, y también para que la columna no pese demasiado, un toque de franca chilenidad: chupete de fierro y collar de melones.