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Editorial
Sábado 23 de julio de 2016
Trump sin propuestas concretas
Con su discurso de aceptación, es seguro que Trump reforzó el apoyo de los votantes que ya tenía en el bolsillo. Lo que no está tan claro es si logrará con esas palabras ganarse a electores fundamentales, como los afroamericanos e hispanos...
Donald Trump nunca ha sido un político tradicional. Ni siquiera era un político antes de las primarias, y como tal al aceptar la nominación republicana pronunció un discurso poco convencional, el más largo de la historia electoral, sin propuestas concretas, y con un diagnóstico sombrío y perturbador de la situación de EE.UU. Pero todo lo que dijo era previsible.
En el cierre de la Convención del GOP en Cleveland -donde con el discurso principista de Ted Cruz quedó en evidencia la división del partido-, Trump se erigió en el candidato de la ley y el orden y del proteccionismo económico. El único, según él, que puede devolver la grandeza a EE.UU., la seguridad a la población en un mundo violento, y los puestos de trabajo en un país en crisis, con una economía estancada, afectada por el desempleo y la pobreza, en un contexto internacional de "guerra y destrucción". "Yo estoy contigo, lucharé por ti y ganaré por ti": ese fue el mensaje triunfalista, que cala hondo en una parte del electorado -especialmente blancos de clase media baja- agobiado por la incertidumbre económica y social, por la inseguridad en una sociedad donde cunde el crimen y la violencia racial, de acuerdo con el análisis lúgubre del ahora candidato oficial del Partido Republicano para las elecciones de noviembre.
Trump repitió las ideas que machacó en las primarias, pero ahora en un tono distinto, y en algunos casos sin apuntar directamente a grupos precisos. Por ejemplo, no mencionó a los hispanos cuando atacó la inmigración ilegal, aunque sí aseguró, como lo ha hecho antes, que esta va acompañada de delincuencia; reiteró la especie de construir un muro en la frontera, pero no dijo que lo pagaría México; insistió en que se impida el ingreso de personas de países donde hay terrorismo, sin mencionar específicamente a los musulmanes, como había hecho antes.
Excepto lo del muro, no hubo ningún planteamiento concreto sobre políticas que implementará para luchar contra esos flagelos que supuestamente azotan al país. Se dice que el discurso ante la Convención no es el momento de los detalles, pero los millones de personas que lo estaban viendo por televisión en EE.UU. y el mundo esperaban alguna definición, alguna señal de cómo se propone controlar el crimen o luchar contra la delincuencia. Aparte de sugerir un mejor sistema judicial, no hubo atisbos de que tenga una propuesta real en ese sentido.
Tampoco hubo planes concretos para empujar el crecimiento económico, imprescindible para la creación de empleo, pero su ataque a los acuerdos de libre comercio le bastó para encender a la muchedumbre republicana de la Convención, fuertemente opositora a la apertura de los mercados. Para el ahora candidato oficial, el gran destructor de puestos de trabajo en EE.UU. es el libre mercado, el que "exporta empleos e importa bienes". Su visión del proteccionismo como beneficioso para la economía norteamericana rompe con uno de los principios fundamentales del Partido Republicano. Si Trump llegara a la Presidencia, todos los TLC con EE.UU. estarían en la mira de una renegociación, partiendo con el Nafta, el TLC de América del Norte que, maliciosamente, dijo que había firmado Bill Clinton, cosa que es cierta, pero no mencionó que fue George Bush padre el gran impulsor y negociador de ese tratado.
Con su discurso de aceptación, es seguro que Trump reforzó el apoyo de los votantes que ya tenía en el bolsillo. Lo que no está tan claro es si logrará con esas palabras, y la campaña que viene, ganarse a electores fundamentales como los afroamericanos e hispanos -a quienes si no ofendió o denigró, al menos desatendió ostensiblemente-, y a amplios grupos de clase media, que no comparten su visión apocalíptica.