La cámara se aproxima a una puerta y encuadra el pomo. Y alguien o algo, y más bien lo que está detrás de la puerta, intenta entrar y por eso el objeto más o menos esférico se mueve lentamente y gira sobre sí mismo, lo que provoca amenaza, miedo y angustia.
Ese encuadre se ha visto miles de veces y se reconoce fácilmente en el cine de terror.
En "Cuando las lucen se apagan", sin embargo, ese fatídico plano se repite en cuatro ocasiones. Lo que implica algo más: cuatro puertas distintas y cuatro pomos.
No es lo único replicado, porque lo que sucede con los pomos es lo que ocurre con las puertas en general, es decir, de la pieza, entrada, clóset o sótano, que por algún motivo se cierran y abren solas.
También con las luces de la casa, pero no con una solamente, sino con la variedad completa de luminarias: sobremesa, colgantes, de velador o ampolletas desnudas que titilan y parpadean a cada rato y sin razón alguna.
Y la preferida en la casa, pese a eso, es una linterna vieja que se carga dando vueltas a una manija, cuando en realidad debería ser a pilas.
Esta película se mueve y gira sobre golpes de efecto repetidos que están concentrados en una idea huacha: una mamá media loca y sus dos hijos -una joven bastante crecida y un niño que debería crecer con problemas sicológicos- en una casona donde habita un espíritu que se mueve con las sombras y desaparece con la luz.
Y son apenas 81 minutos que se estiran con un sudor y esfuerzo infinitos.
Hay una explicación.
Este es el primer largometraje del director sueco David F. Sandberg, y gran parte de su filmografía está en internet, porque subió sus cortos y los viralizó.
"Attic panic" (2015), "Coffer" (2014), "Closet space" (2016) y "Pictured" (2014), acaso el mejor de la serie, se extienden por tres minutos cada uno y en esas circunstancias con una idea basta y sobra, para unos cortometrajes ocurrentes, sin palabras y llenos de crujidos, apagones, gemidos y gritos.
Y con una protagonista única que es su esposa y su musa: Lotta Losten.
Una mujer sola en algún lugar -departamento, sótano o pasillo- acosada por una presencia maligna: un fantasma bajo una sábana, los ruidos desde un baúl, una mano negra o el monstruo que aparece cuando se apaga la luz, porque el corto "Lights out" (2013) es el antecedente de esta película con producción estadounidense y donde Lotta Losten, entre paréntesis, cumple un papel secundario como Ester, una secretaria que solo aparece en la primera secuencia.
El cine de Hollywood relegó a Lotta Losten a una presencia mínima, porque en la industria los asuntos del físico y la belleza son primordiales.
No hay que engañarse.
David y Lotta están perfectos para unos cortos suecos caseros que logran convertirse en algo: pequeñas y ocurrentes películas de terror.
"Cuando las luces se apagan", en cambio, es una película con tan poco y nada que se convierte en un objeto esférico imposible y desesperante.
Es como morder un pomo.
"Lights out". EE.UU., 2016. Director: David F. Sandberg. Con: Teresa Palmer, Gabriel Bateman, Maria Bello. 81 minutos. Mayores de 14.