Este no es el Pedro Almodóvar vital, divertido y con la vida por delante.
Y por eso no está el arrebato ni la pasión de los amores ciegos, locos, encerrados en una habitación o bien atados sobre una camilla.
El director y sus personajes femeninos de hace 30 o más años han envejecido y desde ese tiempo perdido surge "Julieta" que es una película de Almodóvar, pero ya nada puede ser como antes.
Queda una actriz secundaria como Rossy de Palma, con su perfil cubista y ojos asimétricos, que interpreta a Marian, la mujer que lleva la casa en un pequeño puerto de La Coruña. En ella se presiente el brío, la maldad y el humor de esos coros femeninos con libido de monja, sabiduría de portera y tantas estrellas perdidas y madres obsesionadas.
Y se puede buscar en Marian, en su porte, desdén y desconfianza, un par de rictus o gestos que apunten a ese mundo pasado.
En la filmografía de Almodóvar y en el presente, afortunadamente, está "Julieta"; y no el peldaño anterior de "Los amantes pasajeros" (2011), una comedia torpe e inexplicable que rozó el patetismo.
"Julieta" gira entre el bolero y el folletín y por sus interiores se mueven las tragedias de pasión, los melodramas familiares y las penas de amor.
Sus escenarios son perfectos e irreales, porque el director manchego no ha perdido la vocación por el diseño y por la decoración recargada de pinturas, libros y esculturas. Espacios ideales y armoniosos, culturalmente perfectos y estéticamente impecables.
Sus personajes, en cambio, son los imperfectos. Ahora no solo sufren las enfermedades del amor, porque con los años y el tiempo surgieron nuevos padecimientos, muy concretos, por ejemplo cáncer, esclerosis múltiple y Alzheimer.
Los males del corazón ceden terreno, espacio y lugar, y ahora son otras las dolencias y pesares. Las sentimentales con el tiempo se perdonan. Y lo que no se perdona simplemente se olvida.
Julieta (Emma Suárez) ha logrado vivir sin memoria, hasta que un encuentro casual en una esquina de Madrid la empuja al recuerdo y al retorno. Incluso lo necesita escribir en un libro y las hojas dejan de estar en blanco.
Almodóvar va a filmar ese regreso al pasado. A un lugar de hace décadas y cuando Ángela Molina y Kim Basinger eran las bellezas del cine. La joven Julieta (Adriana Ugarte) y Xoan (Daniel Grao) se conocen en un tren y en esa larga secuencia -con un muerto en medio, el murmullo de las pasajeras y el enojo del inspector- el director español despliega su talento narrativo, con ese caldo de suspenso, intriga, humor y aire desconcertante.
La película, sin embargo, avanza de más a menos, con esa mujer que va al pasado y regresa.
El cierre es sorpresivo y discutible, pero también es verdad que el futuro no está escrito.
"Julieta" no clasifica entre sus mejores películas, pero una cosa, eso sí, tiene marca inconfundible y sello de agua: es de Almodóvar.
España. 2016. Director: Pedro Almodóvar. Con: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao. 99 minutos. Mayores de 14.