El Mercurio.com - Blogs : ¿Falso escenario constitucional?
Cartas
Martes 31 de mayo de 2016
¿Falso escenario constitucional?
En relación con la columna del profesor Pablo Rodríguez, publicada el domingo 29 de junio por este medio, creo necesario hacer algunas consideraciones:
A partir de aquello que denomina la "naturaleza" de una Constitución, el autor procura sentar la premisa de que "la Constitución se reemplaza cuando un acontecimiento fractura gravemente la institucionalidad vigente, sea por obra de una revolución o del agotamiento del modelo político plasmado en su texto". Sobre la base de lo anterior se pretende concluir que "si no ocurre ni lo uno ni lo otro, la sustitución de la Carta Magna es un salto al vacío". Para reforzar su opinión, el referido autor se apoya en argumentos de la historia constitucional chilena.
De esta manera, dado que en opinión del citado profesor en "la actual coyuntura política no se vislumbra una conmoción de importancia que ponga en peligro las estructuras del Estado", el proceso constitucional impulsado por el actual gobierno "induce a pensar que se está creando un clima artificial que justifique una reforma que no es expresión de un sentimiento auténtico de la población". He ahí que, ante este "falso escenario constitucional", la nueva Carta Fundamental pueda terminar siendo "un salto al vacío" capaz de "arrastrar al país a cualquier aventura".
A sus argumentos históricos, bien podrían haberse añadido otros tantos de la experiencia comparada, como el caso de Alemania. Sin embargo, creemos que ninguno de dichos argumentos históricos logra refutar la tesis contraria, cual es que un país soberano sí puede darse una nueva Constitución en tiempos de paz. ¿Será necesario algún ejemplo constitucional histórico, sea chileno o comparado, que apoye esta nueva tesis? Creemos que si bien ello podría ser conveniente, no es indispensable, pues sostener lo anterior podría implicar atribuir normatividad al desarrollo histórico de instituciones jurídico-políticas -materia muy discutida en la literatura-, limitando, de paso, el accionar soberano de un país que procura redefinirse por medio de una nueva Constitución.
Creo, en definitiva, que los argumentos del profesor Rodríguez no son ni conclusivos ni vinculantes, y que tampoco logran derribar la tesis contraria: esto es, que un país sí puede darse una nueva Constitución en tiempos de paz. Es más, en las democracias modernas constituye un deber de un verdadero líder el evitar situaciones de crisis o quiebres democráticos a través de la adopción oportuna de medidas institucionales que refuercen la democracia y el Estado de Derecho.
Inquietan, por último, dos afirmaciones del profesor Rodríguez: 1) "la Constitución de 1980, especialmente en materia de derechos fundamentales, parece interpretar el sentir ciudadano"; y 2) que "el actual proceso constituyente se aparta de lo establecido sobre la materia en la normativa en vigor".
Respecto de lo primero, creo que si bien la Constitución del 80 ha sufrido múltiples modificaciones, todas ellas se han circunscrito a las reglas constitucionales, mas no a los valores y principios que la inspiran, los que evidentemente no son representativos de la sociedad de hoy, tal como lo sostuvieron invariablemente 5 de los 6 presidentes de la república de la era post 1989. Y en el caso de los derechos fundamentales, más allá de su enumeración, resultan evidentemente insuficientes en su concepción, contenido y mecanismos de protección, lo que los ha transformado en punto de permanente discusión y división, y no en punto de encuentro o unidad nacional. Respecto de la segunda afirmación, creo necesario precisar que el proceso convocado por S. E. la Presidenta de la República se ajusta plenamente a lo preceptuado por el texto vigente, toda vez que promueve la participación ciudadana en una etapa previa al cambio institucional que deberá adoptar el Congreso Nacional, y en ningún caso ha planteado el carácter vinculante del citado proceso.
Probablemente -aventuro mi opinión-, el profesor no está de acuerdo con la necesidad, alcance, método ni fundamentos que motivan el proceso constituyente, lo cual no comparto pero respeto. Por ello es que, a diferencia del proceso del cual fue parte en los 80, el actual le otorga a él -y a todos- la posibilidad de expresar todas sus inquietudes y visiones de sociedad, por lo que lo insto a organizar un encuentro local o participar de alguna de las instancias convocadas y así aportar con su visión a un proceso que llegó para quedarse.
Felipe Harboe Bascuñán
Senador de la República