En las últimas semanas hemos vivido como país el conflicto en Chiloé. Descontento, petitorios, medidas de fuerza, bonos y mesas de negociación son conceptos que regresan para acaparar la atención de los medios de prensa.
Permítanme invitarlos a reflexionar y hacer una analogía con lo que sucede en las empresas. El trabajo, en cualquiera de sus formas, es una de las actividades humanas que mayor dignidad pueden entregar a las personas y tiene impacto en las familias, la comunidad y el entorno. Son muchas las horas que se le dedican como para no darle sentido.
Las personas posibilitan que las organizaciones existan a través del trabajo. Las relaciones laborales tienen variadas aristas porque hay diferencias en el rol que le toca jugar a cada una. Los trabajadores del mar de Chiloé han sido enfáticos. No son solo pescadores artesanales; también son recolectores de orilla, desconchadores, lancheros, cocineros, feriantes. Al igual que en las empresas, cada uno forma parte de una cadena productiva, y la generación de valor se encuentra tanto en las distintas etapas del proceso como en el producto final.
A problemas complejos, soluciones complejas. El trabajador no puede ser reducido a un salario, menos aún mirarlo como fenómeno aislado. Carlos Vial Espantoso insistía en 1940, "no es el aspecto monetario la meta exclusiva, sino también romper el hielo entre el Capital y el Trabajo a través del reconocimiento y la honradez". De ahí que las medidas como el bono (aun en su aumento) no logren dar solución a un conflicto sistémico, tal como se ha evidenciado en otras ocasiones. No se puede pretender solucionar problemas difíciles con respuestas simples.
Todos los miembros de una organización aportan desde su actividad que los mantiene en constante interacción en un sistema integrado, donde cada uno influye en el resultado del otro. Quien gestiona las personas de una empresa tiene un desafío permanente que requiere enfocarse en variadas materias, como la capacitación, formación de liderazgos, el diálogo permanente, la innovación desde la base y la capacidad de reinventarse.
En Chiloé, se ven amenazadas las fuentes laborales, y el pedido de auxilio se debe a la falta de liderazgo y aislamiento en que se encuentra. Más que bonos, los trabajadores del mar están pidiendo colaboración para reinventarse. El liderazgo en la gestión requiere conocimiento en terreno para entender que el problema, más que de los trabajadores, es problema de la empresa. De ahí que deba promover el cuestionamiento y el debate como herramientas para revisar procesos e incentivar la innovación, que suele nacer del contacto directo con la operación.
Cada región, al igual que una empresa, tiene su cultura y desafíos propios. Desde el punto de vista de una empresa, no sirve el paternalismo ni el centralismo. Si esto se asume, se abrirán nuevos espacios para reducir conflictos y construir acuerdos.
María Isabel Vial