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Día a día
Viernes 15 de abril de 2016
La conducta y la Constitución
Cuando sus amigos se quejaban de lo mal que estaba el mundo, Wittgenstein les decía: "Pórtate tú mejor. Es lo único que puedes hacer"...
Cuando sus amigos se quejaban de lo mal que estaba el mundo, Wittgenstein les decía: "Pórtate tú mejor. Es lo único que puedes hacer". He recordado esta anécdota del filósofo vienés porque algunas personas muestran una expectativa, a mi juicio, desmedida por el próximo proceso constituyente. Muchos creen, probablemente de modo errado, que un nuevo ordenamiento constitucional hará de Chile un edén de probidad y de justicia en medio de un escenario general en estado crítico.
Confieso que yo no pienso así. No porque considere que los ordenamientos constitucionales sean inamovibles, sino porque evidentemente ninguna Constitución tiene un carácter mesiánico y porque dudo de que los vicios preponderantes de cualquier sociedad sean erradicados a la luz de una nueva ley. No es la ley la que hace virtuosas a las personas, sino más bien el buen hombre es aquel que, en cierto sentido, no necesita de una ley para hacer lo correcto. Un individuo "cabal" -con todos los matices que suponga esta expresión- no actúa fundamentalmente por presión de la ley, sino que cumple con su deber porque está convencido de que es la manera de proceder en cada situación.
Así, entonces, antes que cambiar el marco de las leyes conviene modificar los malos comportamientos, pues incluso una buena ley es estéril si hay un tozudo que se propone violarla.
RODERICUS