La mayor parte de esta película se desarrolla en tiempo real, aunque es el tiempo de muchas latitudes que cubren casi todo el globo. El tiempo no ocurre en un solo lugar, pero el debate que lo consume es uno solo.
El inicio es un plano desde dentro de un horno donde se cocina pan. La mujer que lo saca es la madre de Alia (Aisha Takow), una niña de 9 años que vive en el suburbio de Eastleigh, de Nairobi, Kenia, controlado por las milicias yihadistas de Al-Shabab, uno de los más peligrosos ejércitos terroristas de África. Los planos finales son también de la niña Alia. La historia es lo que ocurre entre medio.
Y esa historia concierne, en primer lugar, a la coronel británica Katherine Powell (Helen Mirren), que después de seis años de seguimientos ha logrado hallar una casa donde se reunirán cinco temibles yihadistas, incluidos dos ciudadanos británicos y un estadounidense. Desde un centro de mando en Inglaterra, la coronel Powell dirige la Operación Egret, que combina inteligencia de tierra en Kenia, vigilancia satelital desde Hawai y, sobre todo, un dron equipado con misiles que es controlado desde Nevada. La misión es capturar, no eliminar, a los cinco militantes.
La autorización final del asalto está a cargo del general Frank Benson (Alan Rickman), que a su turno debe consultar con un ministro británico, el fiscal general y una abogada de derechos civiles que ha de servir como testigo. Todos los hombres preparados en terreno deben esperar las decisiones de este pequeño grupo reunido en un elegante salón de Londres, por donde pasan todas las complejidades de la acción militar: alcance de las órdenes, certidumbre del blanco, apego a la ley, conveniencia política, daños colaterales, opinión pública.
Los filmes de este tipo han venido actualizando las ideas fílmicas acerca de la guerra. Cada vez se trata menos de tropas que combaten en terreno y más de aparatos tecnológico-militares que operan a distancia. En esto ya estuvo, por ejemplo, Máxima precisión, de Andrew Niccol. El debate sobre la legitimidad de la fuerza militar se traslada hacia otro campo, más abstracto e intelectual.
Enemigo invisible agrega a este panorama la complejidad de la decisión política en un momento de extrema urgencia, momento que es orquestado como si fuese el examen de una academia militar, donde a cada paso surgen nuevas contradicciones. Todo está a la vista: la película recoge, sin mayores trampas, las posiciones discrepantes, al modo en que lo hacía, en el salón de un jurado, Doce hombres en pugna.
No hay mucho más que esto. Es una historia eficaz, con cierta pretensión pedagógica, que se agregará al torrente de cintas que nos vienen advirtiendo no solo que la guerra ha cambiado, sino que puede estar ocurriendo sobre nuestras cabezas sin que nos demos cuenta.
Eye in the sky.
Con: Helen Mirren, Alan Rickman, Monica Dolan, Barkhad Abdi, Aaron Paul, Phoebe Fox, Aisha Takow. 102 minutos.