Señor Director:
Efectivamente el respeto por la vida, c
omo dice el arzobispo Fernando Chomali en su carta publicada el miércoles pasado, es pre-ético y pre-político. Es evolutivo y necesario para el desarrollo de nuestra especie. De ahí que todos los que entren en relación voluntaria o involuntaria con la primera célula viva de un ser humano, a diferencia de lo opinado por Carlos Peña, sí tienen el deber moral y jurídico de asegurar su existencia.
Como afirman el profesor de física Freeman Dyson y el biólogo Stuart Kauffman, hay vida cuando "algo" procesa y usa información como un "agente autónomo", que actúa en su propio interés en un ambiente, reproduciéndose y efectuando por lo menos un ciclo de trabajo termodinámico (combatiendo el desorden). La primera célula del embrión cumple perfectamente con estas características. Su ambiente es la persona biológica y espiritual de la madre junto al contexto familiar, social y cultural donde ella a su vez vive. La información genómica que posee es toda la necesaria para su desarrollo como ser humano. Este desarrollo se realizará autoorganizándose y aumentando su complejidad permanentemente.
De alguna manera es el embrión en desarrollo el que "usa" en forma "inteligente" a la madre para su desarrollo evolutivo reflejando e incorporando la historia completa de nuestra especie.
En la primera célula del embrión yace y se despliega con toda su belleza el misterio completo del universo y la vida que hace posible nuestra existencia.
Desde ese momento, todos nos hacemos responsables del desarrollo de ese ser y de los otros (de nuestra especie en desarrollo), ante todos los demás, pero la primera responsabilidad sigue siendo la de la madre (y la mía) frente a ella, tomando como referencia a Levinas.
La frase "Yo soy porque tú eres, y tú eres porque yo soy" se transforma evolutivamente en "somos porque ustedes son, y ustedes son porque somos" (en el bien común).
En esta propuesta ética primaria biológica y evolutiva, solo es propio de lo humano la "ética amorosa del sacrificio voluntario por el otro", donde el otro ser (en este caso el embrión en desarrollo desde su primera célula viva) está siempre antes que yo, especialmente si es más débil y sufriente.
El problema primero del aborto y de la ética yace en la obligación de preservar lo humano humanizador.
Sergio Canals Lambarri
Psiquiatra Infanto-Juvenil