Universidad Católica sorteó una dura prueba anoche en San Carlos de Apoquindo. Unión Española, que hace rato le plantea duros partidos, volvió a proponer un puzzle que los cruzados tardaron en desentrañar.

Dos veces estuvo en desventaja el equipo de Mario Salas -que por segunda semana consecutiva se fue expulsado-, y las dos veces logró remontar.

Primero, aprovechando un error de Nery Veloso, que posibilitó el gol de Fernando Cordero y, más tarde, tras un choque infantil entre Nicolás Berardo y Fernando Cornejo, que le dio vía libre a José Pedro Fuenzalida para anotar.

Sin embargo, no todo fue carnaval.

En la primera parte, ahogada por las marcas impuestas por los rojos, la UC se vio mal en la generación de juego y, además, cometió clásicos errores en su zaga, que provocaron los tantos de Diego Churín -ante la impavidez de los zagueros- y de Sergio López -que le pegó sin marca desde el área-.

La doble desventaja, en todo caso, no hundió a los locales, que insistieron con el diseño conocido: empujar por las bandas, herir cada vez que los rivales lo permitían y evitar las pausas cuando era posible.

Con ese empuje, en el segundo tiempo Católica logró superar la presión hispana. Así llegó el empate y así también, el penal que Berardo le cometió a Stéfano Magnasco, quien aprovechó las licencias que dejó Unión cada vez que perdió la pelota en la salida. Nicolás Castillo demostró que sigue inspirado y no falló desde los doce pasos, estirando las cifras. Ya sobre el final, el mismo Castillo timbró la goleada que mantiene el promedio de cuatro tantos por juego.

Esta UC, que ya remontó desventajas ante Iquique (empató 2-2) y U. de Concepción (venció 4-2), repitió la dosis y sigue encumbrada, gracias a su incansable afán ofensivo, al momento de Castillo, y ya mira a todo el mundo desde arriba.