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Editorial
Jueves 11 de febrero de 2016
Amenaza norcoreana
Estos episodios demuestran, una vez más, que el gobierno de Kim Jong-un no teme a la condena mundial ni a las eventuales sanciones que pudieran caer sobre su régimen dictatorial...
El régimen de Kim Jong-un nuevamente eleva la tensión en el este de Asia. Tras el polémico ensayo nuclear de comienzos de enero -el cuarto desde 2006-, Corea del Norte lanzó el sábado un proyectil de largo alcance con el cual asegura haber puesto en órbita el satélite Kwangmyongsong-4.
Sin embargo, la comunidad internacional sostiene que realmente se trató de una prueba destinada a comprobar la capacidad norcoreana para cargar proyectiles intercontinentales con ojivas nucleares. Un escenario que preocupa particularmente a Washington, ya que el cohete utilizado en este lanzamiento sería una versión perfeccionada del Unha-3, capaz de llegar hasta territorio estadounidense.
A lo anterior se suma el incidente naval en que una patrullera de Corea del Norte se adentró en aguas territoriales surcoreanas. Esto generó la respuesta de un buque de guerra de Corea del Sur, que realizó varios disparos de advertencia, tras lo cual la embarcación norcoreana se retiró.
Estos episodios demuestran, una vez más, que el gobierno de Kim Jong-un no teme a la condena mundial ni a las eventuales sanciones que pudieran caer sobre su régimen dictatorial. Asimismo, deja en evidencia la debilidad de la comunidad internacional, que durante años ha intentado frenar los programas nucleares y balísticos de Pyongyang, sin éxito.
A pesar de eso, las reacciones no se han hecho esperar y tanto Washington como Seúl ya anunciaron su intención de iniciar negociaciones destinadas a emplazar un escudo antimisiles estadounidense (THAAD, por sus siglas en inglés) en territorio surcoreano. Una decisión que incomoda a China, porque considera que dicho sistema de vigilancia podría extenderse más allá de Corea del Norte, monitoreando su propio territorio.
Para Beijing, el régimen de Pyongyang -con el que inició una estrecha relación durante la Guerra de Corea (1950-1953)- hoy se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza. Desde mediados de los años 90, China trata de sacar a Norcorea de su hermetismo, impulsándola a modernizar y abrir su economía, a abrazar nuevas tecnologías y a mejorar su relación con la comunidad internacional. Pero todo ha sido en vano, especialmente desde la llegada de Kim Jong-un al poder.
De hecho, el lanzamiento del proyectil con el supuesto satélite se concretó pese a la visita de tres días que Wu Dawei, enviado especial del gobierno chino, hizo a Norcorea precisamente para evitar su despegue. Una clara muestra de la pérdida de influencia de Beijing sobre su vecino.
El actuar de Corea del Norte además está afectando las relaciones entre EE.UU. y China, lo que se suma a las tensiones ya existentes entre ambas potencias, producto del llamado "giro al Pacífico" de EE.UU. impulsado por el Presidente Obama -el despliegue del 60% de su poderío naval en Asia para 2020-, las críticas de Washington a las reclamaciones territoriales de Beijing en el Mar del Sur de China, y la firma del importante Acuerdo Transpacífico, que no incluye al gigante asiático.
Corea del Sur sostiene que el régimen norcoreano se apresta a realizar un quinto ensayo nuclear. Claramente, un nuevo desafío a la comunidad internacional, la cual -ante esta posibilidad- debiera movilizarse de manera efectiva para evitarlo y poner freno a los planes belicistas de Kim.