Ramiro Fuenzalida

Era la primera prueba para Sebastián Beccacece, y la reprobó.

Universidad de Chile tenía la misión de voltear el 0-2 que recibió en Maldonado y sortear la fase inicial de la Copa Libertadores. Pero no fue capaz.

La idea del técnico, que ya abrió su línea de crédito con esta eliminación, era controlar las bandas y generar riesgo por los carriles, pero Juan Ramón Carrasco, que se despojó de sus vestimentas líricas y apostó por el overol del pragmatismo, leyó bien el anticipo y halló el antídoto: situó a dos laterales por delante de una línea de cuatro zagueros centrales y anuló la pizarra de Beccacece.

Apenas Matías Rodríguez, en un par de ocasiones, logró superar la valla que le impusieron Diego Rodríguez y Agustín Ale; mientras Fabián Monzón sucumbió ante los dos González, Giovanni y Cristián.

El estratega azul trató de mutar su ruta en medio del partido: sacó a Sebastián Martínez, incluyó a Leonardo Valencia y juntó así un mediocampo de buen pie, pero que ni siquiera pudo crear una sola ocasión de gol vía jugada colectiva y solo amenazó, a cuentagotas, a Nicola Pérez con remates de distancia y pelotas detenidas.

Un pecado que hace rato se instaló en el CDA: en los últimos cuatro partidos (después del 8-1 a O'Higgins), apenas ha podido convertir un tanto, un penal que Gustavo Canales marcó ante San Luis.

La tarea ahora es doméstica: sin Libertadores -y sin la inyección económica que representa- y con un plantel ideado para pelear en dos frentes, deberá enfocarse solo en el Clausura, donde además ya regaló cuatro puntos a los dos líderes.