Señor Director:

El 10 de febrero se cumplen nueve años de funcionamiento del Transantiago. Este sistema se parece a una casa con un buen plano de arquitectura, pero pésimamente construida. Cuando algo así ocurre, aparecen grietas, filtraciones, fallas eléctricas, etcétera. ¿Qué se hace entonces? Desde luego no se derriba la casa ni tampoco se modifica una y otra vez el plano de arquitectura. Hay que reparar la obra mediante un trabajo arduo, persistente y especializado.

Aprovechando la analogía anterior, nuestra opinión es que para remediar la deficiente construcción y posterior operación de Transantiago hay que cambiar de perspectiva. Primero, no más análisis macros, con mucho dato global y que entreguen soluciones genéricas. Segundo, realizar estudios de ingeniería en cada componente del sistema a escala de paraderos, intersecciones y calles. Tercero, que las soluciones de ingeniería de detalle que deriven de estos estudios no encuentren trabas administrativas de órganos del Estado, como municipalidades, direcciones de obras, Serviu u otros.

En resumen, a Transantiago aún le hace falta la ingeniería civil tradicional, con los datos de terreno justos y necesarios, criterio de especialistas y diseños minuciosos. Obviamente, este enfoque requiere otro cambio: muchos más ingenieros en la calle que en sus oficinas.

Rodrigo Fernández A.
Profesor titular Facultad de Ingeniería, Universidad de los Andes