Todos los grandes sabios y los santos y los escritores que nos han inspirado tenían por la contemplación un amor enorme, pero también una necesidad.
El estilo de estar en constante acción puede parecer sano, pero no lo es a la larga. Las vacaciones son cada vez más un momento de hacer y hacer cosas. Desde el ejercicio cotidiano hasta la intensa vida social, los panoramas para los niños, que tienen que estar llenos de amigos, son la tónica de las vacaciones de hoy.
Es entretenido estar activo. Es latoso estar en silencio dejando que la mente descanse y hable sola. Grave.
La neurociencia ha estudiado la cantidad enorme de energía que gasta nuestro pobre cerebro en la estimulación constante a la que está sometido. No está diseñado para gastar tanto. Y se agota. No se vive como cansancio, no se siente así, pero es gasto igual.
Antaño, que los niños se aburrieran era parte de su formación. Era en esos largos ratos de "nada que hacer" que iban formando sus fantasías, sus sueños, sus síntesis particulares. No era que se aburrieran para ser más creativos o inteligentes, era un valor aprender a entretenerse solos.
Asimismo, los adultos sentían que descansar era también estar echados mirando al horizonte, dejando por unas horas que hablara sola esa cabeza que había pasado todo el año estructurando pensamientos y acciones útiles.
¿Qué pasó? Cambió la valoración de la soledad y el silencio. Hoy se han vuelto sinónimo de aburrimiento. Los padres se asustan de que los hijos se aburran y las parejas se asustan de estar solas porque podría ser sinónimo de no tener un mundo social activo... de ser una "lata".
Yo pondría la lata de moda.
Porque la "lata" puede ser un gran nutriente para el espíritu.
El silencio es necesario. Estar en vacaciones es cambiar la vida cotidiana por otra, no es la repetición de los meses normales del año.
Ser distintos de lo que somos siempre es también un valor. Si todo el año hemos estado volcados hacia afuera, en la acción vertiginosa de la vida citadina, las vacaciones podrían ser un espacio donde otras partes nuestras tuvieran cabida.
La lectura, la contemplacion, la música y la soledad pueden dar paso a lo mejor de nosotros, si nos atrevemos a vivirlos.
Los padres se asustan de que los hijos se aburran y las parejas de estar solas porque podría ser sinónimo de no tener un mundo social activo.