Cuando los niños son pequeños, la opinión de los adultos, y muy especialmente la de sus padres y profesores, tiene un efecto muy potente sobre el psiquismo infantil. Cuando la mamá o el papá dice frente al dibujo que le regala su hijo: "Qué precioso, me encanta, muchas gracias, eres tan creativo", no solo le están haciendo un reconocimiento agradecido, sino que le están entregando información acerca de su personalidad, definiéndolo como creativo. Por el solo hecho de que este concepto haya sido dicho por sus padres, adquiere una significación especial, más aún cuando son pequeños.
Entonces, esta descripción de que es creativo se constituye en un dato acerca de sí mismo, que estará integrado en la concepción que el niño construye acerca de sus características personales, especialmente sobre la definición de cuáles son sus virtudes y defectos, definiciones que más tarde serán los cimientos de su autoconcepto.
Por lo tanto, no es aconsejable subvalorar el efecto que las palabras tienen en los niños. Se sostiene que el lenguaje crea realidades, lo cual es especialmente cierto en relación con aquellos conceptos que se refieren a la identidad personal.
Las palabras pueden contribuir a visibilizar y semantizar positivamente las características de los hijos, o por el contrario, pueden estigmatizarlos. Por ejemplo, si cuando no han terminado una tarea se les dice: "Eres realmente irresponsable, siempre sigues la ley del mínimo esfuerzo, la verdad es que no se puede confiar en ti", este mensaje, que no es poco frecuente de los adultos hacia los niños, puede tener un efecto muy nocivo, sembrando en ellos una percepción negativa de sí mismos, como irresponsables, poco esforzados y poco confiables. Obviamente, cuando los padres lo utilizan, lo hacen buscando cambiar esos comportamientos en sus hijos, pero paradojalmente el resultado es el contrario a lo esperado. Las características negativas que se señalan a través del lenguaje tienden a consolidarse, estigmatizándolos. Las palabras negativas que se usan para referirse a los hijos tienen además otra repercusión negativa, que es comprometer el vínculo padres-hijos. Los comentarios negativos de los padres provocan mucho resentimiento en los niños, los que a su vez buscan formas de descalificar la opinión de los padres, produciéndose así una espiral negativa de mutua descalificación, que los distancia afectivamente.
Es importante tomar conciencia de que las palabras utilizadas para referirnos a los niños tienen un enorme impacto en la formación de la imagen personal, dada la enorme valencia afectiva que los padres tienen para sus hijos.
Los comentarios negativos de los padres provocan resentimiento en los niños, quienes buscan formas de descalificarlos.