Dos velocidades más que el resto parece tener Universidad Católica, sobre todo de la mitad de la cancha en adelante. Mario Salas lo sabe y le saca provecho al voltaje de Jeisson Vargas, Christian Bravo y Nicolás Castillo, que reparten esfuerzos a partir de la pausa y panorama que les entregó ayer el zurdo Carlos Espinosa.

La UC empezó con un chascarro su expedición al sur, porque tras un lanzamiento de esquina a favor generó los espacios y un retroceso deficiente para el gol local (acierto de Jean Meneses tras centro de Michael Lepe), pero la banda cruzada tiene gasolina para torcer cualquier embrollo.

Castillo, con un penal y luego definiendo con borde interno tras pase de Vargas, y Bravo, asistido por Espinosa, dejaron al descubierto todas las grietas defensivas que tienen a la U. de Conce empantanada en el Clausura.

Bien la UC: Tiene frescura, un ataque vertical e individualidades en buen tono. Buen partido de Maripán en el fondo y líneas que avanzan y retroceden siempre juntas.

El Campanil equiparó el trámite en el complemento, apoyada en los ingresos de José Huentelaf y del zurdo Renato González, que embocó el descuento. Los franjeados, que pudieron liquidar con un disparo de José Pedro Fuenzalida al poste, bajaron las revoluciones a ratos -con faltas innecesarias cerca de su rancho-, pero jamás pusieron en duda el botín, que timbraron con acción agónica de Diego Rojas.

Las estadísticas no mienten: los cruzados no vencían a los penquistas en el sur desde 2011, están invictos, sumaron tres victorias en línea, suman 14 tantos en cuatro jornadas y ostentan al artillero máximo del certamen. La UC acelera en serio.