En una película donde la británica Adele parece ser la heroína, Rihanna es la villana. O viceversa. Mientras la industria estuvo pendiente del lanzamiento de "25" (2015) -el último disco de la voz de "Hello"-, analizando si la venta de discos a gran escala tenía espacio en el futuro de la música, la barbadense tomaba un camino totalmente distinto: publicó tres singles durante el año pasado, se presentó junto a Paul McCartney y Kanye West en los Grammy, interpretando uno de ellos y su exposición mediática continuó a un ritmo frenético.
Adele vendió más de siete millones de copias solo en Estados Unidos en poco más de un mes y batió todos los récords. Rihanna, en tanto, rompió todas las apuestas. No solo publicó "Anti", su nueva placa, de manera sorpresiva, sino que la colgó en internet para descarga gratuita. Algo impensado para una artista de su estatus.
Y el título, un mensaje que encierra sus acciones. "Anti" como el desmarque de los grandes lanzamientos, como la antítesis de las reglas que rigen la carrera de una estrella pop en la actualidad, aún sin claridad de cómo lograrlo. Porque la voz de "Umbrella" desechó incluir esos tres sencillos en el álbum -"FourFiveSeconds", "American oxygen", "Bitch better have my money"-, prescindió de las ventas y entregó el disco casi a ciegas a sus fanáticos (el primer single, "Work", junto al rapero Drake, fue publicado solo un día antes a través de Tidal).
Además, Rihanna se olvidó de los hits de estadio, las producciones grandilocuentes o su conveniente amorío con el EDM.
Ahora, "Riri" afianza su perfil de chica mala y lo demuestra en cada canción. Con esa mezcla sucia de trip hop y cadencia centroamericana, de atmósfera callejera, en "Consideration" el candente vaivén electrónico de "Desperado" y esos arreglos neo soul de "Kiss it better" o "Yeah, I said it", que la acercan a exponentes como Miguel o The Weeknd en sus pasajes más fieros y egocéntricos, como una mujer empoderada, la jefa.
Esas mismas características hacen que "Anti" sea un trabajo hecho a la medida del roce, intenso e íntimo, alejado de la abarrotada pista de baile. Con el dancehall de la mencionada "Work" como referencia y "Same ol' mistakes", el exacto cover a los australianos Tame Impala -sin variaciones en sus samples-, como una muestra más de la libertad de la barbadense: una restitución del synthpop más underground al servicio de las masas.
En su octavo trabajo discográfico, Rihanna demuestra sus dudas sobre cómo sobresalir y subsistir en la cambiante y problemática industria discográfica. Porque "Anti" indudablemente es un quiebre dentro de su catálogo: quiero dejar de ir donde la moda me obliga. Aún así, su octavo álbum sorprende por su simpleza y honestidad, en una búsqueda que recién comienza.
"Hemos conversado sobre publicar un pequeño grupo de tracks o solo singles de aquí en adelante. Estamos conscientes de que así es cómo la gente escucha música hoy en día", dijo el baterista de Muse, Dominic Howard, en una entrevista reciente, poniendo en duda el lanzamiento de un sucesor de "Drones" (2015).
Y, quizás, lo único que detiene a la voz de "Diamonds" de introducirse en esa misma corriente son los contratos millonarios. Al menos, con "FourFiveSeconds", "American oxygen", "Bitch better have my money" y la sorpresiva publicación de "Anti", comenzó el simulacro