Señor Director:
Coincido con
Ignacio Briones y Sergio Urzúa en su defensa de la competencia como método para hacer primar la meritocracia. Y creo que aciertan al poner a la selección nacional de fútbol como ejemplo de ella.
¿Por qué entonces los mismos que celebran a la "Selección" no valoran ese método en otros ámbitos de nuestra sociedad? Simplemente, porque es una "selección" mentirosa, que juega con cartas marcadas.
Cuando todos compiten en igualdad de condiciones, se demuestra que los talentos están igualmente distribuidos en la sociedad. Por eso nuestros campeones de América vienen de Puente Alto, de Angol, de Hualpén, y, sí, también de Las Condes.
Pero si hacemos una "selección" de los 23 políticos, empresarios o intelectuales más destacados de Chile, ¿cuántos de ellos provienen de Tocopilla, como Alexis, o de San Joaquín, como Vidal? ¿Cuántos estudiaron en el colegio Valle del Inca, de Conchalí, como Medel, o en la escuela José Bernardo Suárez de Renca, como Vargas?
Sin duda, muy pocos. Es cosa de revisar los directorios de las empresas listadas en el IPSA, por ejemplo, para comprobarlo. Los mismos apellidos y los mismos colegios se repiten como en una letanía.
¿Habríamos sido campeones de América si solo hubiéramos escogido a nuestros seleccionados de un puñado de colegios en un puñado de comunas del sector oriente de Santiago, y hubiéramos excluido a todos los demás? Claro que no. Pero ese método, absurdo e injusto, es exactamente el que usamos para reproducir a nuestras élites empresariales, políticas e intelectuales.
¿Cuántos Alexis Sánchez del emprendimiento, cuántos Gary Medel de las ciencias, cuántos Claudio Bravo de la política nos estamos farreando cada año en Chile por un sistema que estimula los talentos solo de algunos, y deja a la gran mayoría fuera de la cancha, obligados a mirar el partido estelar desde la banca?
Daniel Matamala
Periodista