-Doctor, doctor, estoy profundamente angustiada. Un partido de mi coalición ha votado contra mi gobierno en la cuestión del reajuste a los empleados fiscales.
-¿Y dónde está el problema? Si hubiese sido el PPD o el PS lo entendería; pero ¿por qué le extraña a usted que se le haya opuesto el Partido Comunista?
-Pero si ellos me deben la vida. ¿Qué eran antes de que yo los acogiera en la Nueva Mayoría? Yo les di una representación parlamentaria importante; los instalé en cargos bien remunerados, desde los que pueden administrar presupuestos millonarios sin que nadie les controle las boletas; cambié de tema cuando salieron unas informaciones incómodas relacionadas con ciertas fichas de protección social, hasta el punto de que tres meses después nadie recuerda ese escándalo, y no olvide que Camila Vallejos y el resto de sus diputados nacieron en mis brazos. Son mis hijos políticos.
-Diga, mejor, 'ahijados', porque los hijos pueden ser un poco ingratos.
-Yo quería al PC en mi gobierno, porque usted sabe que tengo el corazoncito bien puesto en la izquierda, aunque en mi primer mandato no pude mostrarlo. Además, con ellos le lavé la cara a la vieja Concertación, y pude presentarle al país algo realmente novedoso: la Nueva Mayoría. No olvide que, por esa época, los chilenos estaban pasando por una peculiar adolescencia: no querían tener crecimiento sostenido ni eficiencia ni estabilidad ni inversión extranjera ni bajo desempleo ni ninguna de esas cosas que son propias de los arrogantes países desarrollados.
-Pero no se queje, eso se ha logrado plenamente. Hace rato que Chile abandonó dichas desviaciones burguesas.
-Sí, pero se suponía que ellos me iban a tener tranquila a la calle, y el país parece hoy un gallinero alborotado.
-No sea ingenua: el PC es un gato callejero que no resiste que lo encierren entre cuatro paredes. Por eso el partido siempre tiene un pie en la calle. Además, no nos saquemos la suerte entre gitanos: usted sabe que ni siquiera ellos son hoy capaces de controlar a la calle.
-Pero en la ANEF debería haber sido distinto.
-Ahora entiendo su molestia. Lo que pasa es que usted y los suyos razonan a corto plazo, mientras que el PC se maneja con amplios ciclos históricos. Para el Gobierno, el problema es el Presupuesto 2016, mientras que los comunistas piensan que, a esta altura del partido, usted ya es un cadáver político, y se están preparando para el futuro. ¿No le parece admirable que haya gente capaz de ver las cosas con tanta perspectiva? Con la cantidad de empleados públicos que usted ha contratado, preocuparse por ellos es la mejor inversión electoral.
-Pero así no se puede gobernar.
-Comprendo que estamos en confianza, pero le ruego que cuide su lenguaje. El tono autoritario que está empleando me recuerda a González Videla. No querrá aplicarles la Ley Maldita. Además, los comunistas ya no son lo que eran. Ahora no construyen muros alambrados cuidados por perros gruñones. De un tiempo a esta parte, hasta dejan que la gente salga de Cuba cuando quiera. Ya no son los de antes: han perdido la mística.
-Perdón, doctor, pero me da rabia que, siendo tan pocos, terminen haciendo lo que quieren. Piense en el caso de Venezuela: el PPD, la DC y muchos socialistas querían una condena al gobierno de Maduro por los derechos humanos, pero se terminó haciendo lo que los comunistas querían.
-No entiendo, ¿no mira usted con simpatía al chavismo?
-Ese no es el punto. La cuestión es que no me gusta que nadie me mande, ni siquiera cuando me mandan hacer lo que yo quiero.
-¿Y por eso da de vez en cuando esos golpes de timón tan raros?
-Por supuesto, no quiero parecer menos que Evo Morales. A mí me gusta la disciplina. En Alemania Oriental los comunistas eran muy disciplinados. Aquí se están poniendo indomables.
-No se engañe. Ellos tienen tanta disciplina como Margot Honecker, lo que pasa es que los comunistas chilenos saben que usted tiene la banda presidencial y corta las cintas en las inauguraciones, pero en estos tiempos agitados no siempre es usted la que manda.
-Pero...
-Lo siento, han pasado los 50 minutos de nuestra sesión. Nos vemos la semana próxima.