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Editorial
Sábado 28 de noviembre de 2015
Blanco y negro de la OCDE sobre Chile
Chile requiere hace años cambios importantes que promuevan el crecimiento de su economía. Esta necesidad es reconocida transversalmente por amplios sectores políticos, lo mismo que los costos de no hacerlo.
Y si bien el consenso existe, lo cierto es que no ha sido fácil para el país realizar reformas estructurales que apunten a dinamizar la economía. Las divergencias políticas del último tiempo respecto al modelo de desarrollo del país solo han complicado aún más las posibilidades de emprender esos cambios. En ese marco, algunas declaraciones del secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, de visita en el país, deben examinarse con atención.
El término del ciclo económico de los commodities , que ha implicado una fuerte caída del precio del cobre y el descenso de los términos de intercambio, ha golpeado a muchas economías emergentes. En el caso de Chile, se evidencian los costos de haber postergado la realización de cambios estructurales de su economía.
Sólido diagnóstico de los desafíos
El más reciente Estudio Económico sobre Chile de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presenta evidencia respecto de algunos de los mayores obstáculos del país para incrementar su capacidad de crecimiento. La investigación demuestra con particular claridad los atrasos en materia de educación y sus consecuencias en el plano económico: cerca del 45% de los estudiantes chilenos no cuenta con las competencias básicas para participar de manera productiva en las economías modernas, y alcanzar la escolarización universal manteniendo los actuales niveles de calidad ofrece ganancias económicas reducidas. Por otro lado, un aumento en la calidad del sistema educativo, especialmente en los años iniciales, es la mejor forma de incentivar el crecimiento económico en el largo plazo. Incluso, se estima que asegurar competencias básicas a todos los estudiantes significaría 0,48 puntos porcentuales de mayor crecimiento al año a partir del 2030.
Un segundo elemento destacado por la OCDE como potencial promotor de un mayor crecimiento es una profunda reforma modernizadora del Estado. De acuerdo con la organización internacional, esta política no debería estar limitada a mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, naturalmente importantes, sino que debería incluir una revisión del marco institucional de supervisión financiera, un fortalecimiento de la regla fiscal, una mejor institucionalidad para promover la innovación, una modernización de las regulaciones excesivamente estrictas que afectan a los mercados de bienes y servicios (burocracia), y un mejoramiento de la gobernanza de las empresas públicas.
En cuanto al mercado laboral, el informe no ofrece mayores novedades. Este insiste en la necesidad de reformar el sistema de competencias laborales y capacitación, incentivar la participación laboral femenina y modernizar la legislación que protege a los trabajadores, todo siempre cuidando los potenciales impactos negativos sobre quienes precisamente se busca proteger.
Así, el diagnóstico que ofrece la OCDE es consistente con el debate técnico en Chile. Sin una educación de calidad, con un mercado laboral que no se ha ajustado a los nuevos requerimientos de la demanda y oferta de trabajo, sin un Estado a la altura de las circunstancias, el país tiene limitadas sus posibilidades de crecer.
Débil evaluación de las reformas
Sin embargo, la seriedad del diagnóstico descrito se contrapone con la escasez de evidencia en el documento para sustentar algunas de las opiniones de la OCDE respecto del impacto futuro de las reformas emblemáticas -entre ellas, la tributaria y la educacional- impulsadas por la coalición gobernante.
A modo de ejemplo, el texto del informe asegura en su página 4 que "la reforma educativa va camino a mejorar el rendimiento de los estudiantes", sin proveer mayor evidencia de ese deseable objetivo. No se advierte la correlación, por ejemplo, entre la eliminación del lucro, la selección y el copago con la afirmación del texto de la OCDE. Por otra parte, si bien reconoce que la reforma tributaria "posicionará a Chile entre las jurisdicciones tributarias más altas para las empresas", agregando que "la evidencia empírica siguiere que las tasas a las empresas son el factor más perjudicial para el crecimiento económico", el documento se focaliza en su progresividad y su impacto de recaudación, eludiendo cualquier reflexión sobre sus potenciales efectos negativos. Tampoco profundiza en el impacto de la propuesta de reforma laboral centrada en el fortalecimiento de los sindicatos sin considerar aspectos que han sido reiteradamente señalados por la OCDE, como la baja participación laboral femenina y juvenil.
Tal como lo planteó el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, durante su visita a Chile, las reformas deben ser un estado de ánimo permanente. Un país no puede ser complaciente. Sin embargo, esto no quiere decir que cualquier reforma sea conveniente. Romper la inercia de un país en la dirección correcta requiere diagnósticos precisos que tomen en cuenta la cultura de la sociedad. Cambios contraculturales pueden ser nefastos. Ese análisis de los procesos históricos que permite explicar los éxitos o fracasos de las sociedades combinando economía y cultura fue una de las contribuciones más importantes de Douglass North, Premio Nobel de Ciencias Económicas 1993, quien falleció esta semana. Así, el éxito de los cambios no necesariamente está asegurado.