Adele - "25"
Hasta casi el final del mes de octubre, el disco más esperado del año no era más que una ilusión. La prensa especializada replicaba noticias con los "detalles" de un nuevo álbum de Adele, pero la artista británica se mantenía en completo silencio. Su trabajo traía consigo una especial sinceridad, tan importante que debía comunicarlo siempre y cuando se sintiese cómoda y preparada. Por esto, la única pista era demasiado escueta. Treinta segundos de una melancólica melodía de piano, que en voz de la cantante rezaba: "Hola, soy yo. Me preguntaba si después de todos estos años te gustaría que nos viésemos para repasarlo todo. Dicen que el tiempo se supone que te cura, pero no ha curado mucho". Una tortura para los fanáticos, que solo se enterarían de su nombre, "Hello", tres días después.
Tal recelo, incluso, la llevaría a pedirles disculpas a sus incondicionales por la tardanza: "Pero ustedes saben, la vida pasa", escribiría en una carta publicada a través de su cuenta de Twitter. Ahora sí, el sucesor del multiventas "21" (2011) se transformaba en realidad. Y se llamaría "25", siguiendo con el ejercicio de bautizar sus trabajos de acuerdo a la edad en la que escribió sus canciones.
Como una figura atemporal, además, Adele parece una estrella reubicada desde otra época. En una era donde la venta de discos viene en caída libre, "25" se transformó en el álbum más vendido en la historia en su primera semana, superando a N'Sync en Estados Unidos y a Oasis en Reino Unido.
Y la placa tiene motivos de sobra para haber logrado tal cantidad de récords.
En la mencionada "Hello", su primer single, Adele advierte haber hecho todo lo posible para disculparse con la persona a la que le rompió el corazón, aunque sabe que ya no importa; como respuesta a "Love in the dark", donde dice "quita tus ojos de mí para poder partir, estoy demasiado avergonzada de hacerlo contigo mirándome, pero esta vez no puedo quedarme porque no te quiero más"; o en "When we were young" -coescrita por el fascinante músico Tobias Jesso Jr.- donde todavía se aferra a las imágenes de una pareja que la dejó; tal como en la luminosa, pero desgarradora "All I ask" -esta vez, coescrita por Bruno Mars-, en que recita "si esta es mi última noche contigo, abrázame como si fuese algo más que una amiga".
Cuatro baladas de una cruda simpleza en que la artista británica se apoya de pequeñas melodías de piano y arreglos de cuerdas que adornan con dramatismo su relato -los violines hacia el final de "Love in the dark" se transforman en puñales que asestan el verso de "existe mucho espacio entre nosotros, tal vez ya nos dimos por vencidos"-.
Además, propone una especial cadencia de aires R&B en "Send my love (To your new lover)" -coescrita y producida por el súper-productor sueco Max Martin ("I kissed a girl" de Katy Perry, "Shake it off" de Taylor Swift)-; se apropia de los ritmos popularizados durante su ausencia por Florence + The Machine en "I miss you"; abrochando un final apabullante con la liberadora "Sweetest devotion", donde Adele se homenajea a sí misma, mezclando fuerza y virtuosismo en su reconocido fraseo.
Con "25", estamos ante la mejor intérprete de la industria. La londinense de 27 años no solo canta sus canciones, sino que narra sus propios conflictos y anhelos con una naturalidad deslumbrante y una técnica vocal espléndida. Su voz es la protagonista de esta historia, donde revisita ese quiebre amoroso profundo, que con el correr del álbum va pareciendo más lejano. Porque la voz de "Someone like you" lamenta el tiempo pasado y sus hitos, como si las letras de esas viejas cartas de amor que se traducen en recuerdos aún quemaran su piel.