Jorge Sampaoli, el entrenador de la Roja, se reunió hace unos días con la desprestigiada y fraccionada directiva de la ANFP encabezada por Jaime Baeza. Del encuentro poco se supo, aunque según versiones que se han podido recoger fue extenso y también bastante rotundo en cuanto al análisis que tiene el DT de las perspectivas de la Roja a corto y mediano plazo: tal como a nivel dirigencial, ahí también hay una crisis. Y de no enfrentarla como se debe, no solo está en duda la continuidad del seleccionador, sino que también, según su perspectiva, la clasificación al Mundial de Rusia.
¿Tanto así? ¿Acaso Chile hoy no cuenta con la mejor generación de futbolistas de la historia, que además es hoy el campeón de América?
Pues no es suficiente. De acuerdo a lo que ha evaluado Sampaoli, hay signos evidentes de la temida "fatiga de material". Sencillamente hay jugadores que han sido base de los logros pasados que, de cara a lo que viene, no solo perderán protagonismo, sino que, en algunos casos, simplemente serán excluidos de las convocatorias.
Eso, sin duda, genera la necesidad imperiosa de ir buscando recambios. El problema es que parece no haberlos en este minuto. O al menos, no están suficientemente preparados para asumir roles de importancia dentro del equipo.
Por eso Sampaoli dio a conocer a los dirigentes (y espera repetírselos a los que asumirán en diciembre) su plan para la emergencia. Sus exigencias. Aquellas que finalmente serán básicas para mantenerse en el cargo lo que resta de su contrato.
¿Cuáles son ellas?
Sampaoli quiere, por primera vez desde que está en el cargo, control total del trabajo de las selecciones menores, lo que significa trabajar en línea con quien asuma como jefe técnico de las selecciones menores (y que para Sampaoli no puede ser otro que Juan Manuel Lillo).
No solo eso. El seleccionador desea influir en la estructuración reglamentaria de los campeonatos (bajar la cuota de extranjeros a dos y que se levante la norma de que un mismo equipo no pueda ir a la Libertadores y la Sudamericana en un mismo año), trabajar dos veces a la semana con jugadores del plano local (para observar a hombres como Juan Cornejo, Nicolás Maturana y Felipe Mora, entre otros) y, por cierto, mantener contacto directo con aquellos que actúan en ligas extranjeras.
El recambio también, en la perspectiva de Sampaoli, trae aparejado ajustes tácticos. Quiere un "9". De esos a la antigua. De los de área. Pero no cree que los haya en el fútbol chileno. Y los nombres de Leonardo Ulloa y Marcelo Larrondo, argentinos con vínculos chilenos, son los que él ve como alternativas. Y para convencerlos quiere el apoyo decidido de los dirigentes. Total.
No es poco lo que pide Sampaoli. Esencialmente si hoy el fútbol chileno vive una crisis terminal donde no se ve fuerza y convicción para tomar decisiones.
Pero es lo que debería hacerse para evitar la otra crisis. La que Sampaoli ya tiene asumida.