No es nuevo pero, en cambio, a estas alturas es un pequeño clásico. Ubicado en calle Monjitas, son varios los años que lleva cumplidos Kintaro, un japonés-japonés que puede servir de referencia a quien quiera saber cómo es el verdadero sushi. Generalmente, no ese que venden en el barrio...
Para hacerse a una idea, la carta completa está en www.kintaro.cl, pero vaya una recomendación en escalada para el entusiasta de la investigación. No está mal partir con una de las variantes poco desabridas del tofu, el atsuage tofu ($2.700), que viene frito, con pescado seco en escamas y cebollín. O con unas gyozas, esas empanaditas rellenas de carne y verduras, en una versión realmente artesanal ($2.800).
Y a continuación, nuevamente como un sabroso aprendizaje, pida un sushi mori especial ($8.900). ¿Qué aprenderá entonces? Primero que nada, que la bolita de arroz que compone un niguiri es mucho más pequeña que la que amasan los ignorantes en la técnica. En este caso, el pedazo de pescado la cubre y prácticamente la tapa. Y, además, en la combinación sugerida se encontrará con la maravillosa anguila -unagui-, con un trozo de suflé de huevo agridulce -tamago-, con huevos de pescado, un tártaro muy picante de salmón y una variedad de pescados que NUNCA se encuentran en esos locales tan locales. La gloria, la verdad.
También hay unos botes gigantes con abundancia de rolls, variedad de sashimis -esos cortes de pescados o pulpo que han hecho exclamar a algunos críticos que se trata de comida para focas, OMG- o las opciones calientes, de las que se hablará a continuación.
Para un hambriento, nada mejor que un tempura mixto ($5.900), nuevamente para que sepa cómo se hace realmente esta fritura, heredada de los portugueses que evangelizaron a este país de Oriente. O un oyakodón ($4.600), palabra que sugiere una mezcla de padre e hijo (humor muy negro), ya que se trata de pollo y huevo revueltos con cebollín, sobre una cama de arroz con un toque agridulce.
Y acompañado de una sopa de miso. Más dulce, aunque en este caso estuvo corto de ese singular acento, es el sukiyaki ($5.200), una sopa de tofu, carne, verduras y fideos, una cazuela maravillosa para energizarse. Y sobre el huevo crudo que le ponen al lado, hay que abrirlo en un pocillo, batirlo ligeramente y, luego, pasar los bocados por allí. No es obligación, ojo.
Hay quienes piden ramen ($4.900), una sopa de fideos y cerdo recomponedora, o platos menos "orientales", como puede serlo un salmón asado o un cerdo apanado. La verdad es que, aun así, lo que se come en Kintaro es y será full nipón. Y esa es la gracia en la que persisten hasta hoy.
Monjitas 460, 2 2638 2448.