Señor Director:
Debo comenzar por agradecer al señor
Gastón Soublette la carta enviada sobre el pueblo "mapuche" (sic), en que se refiere de manera áspera a mi último libro "La Araucanía. Historia y falsedades". Lo agradezco porque contribuirá a su mayor venta e influencia.
Nadie sabe cuál es la especialidad del señor Soublette, pero tiene opiniones adaptables a todo. Respecto del libro, aún no lo ha leído, porque todavía no sale a circulación, y probablemente nunca lo leerá.
Referirse a las opiniones equivocadas de nuestro contradictor sería de nunca acabar y restar tiempo a la redacción de nuevos libros que tengo muy avanzados sobre la materia. Para descalificar mi labor, el autor de la carta me enrostra que no basta escribir en un escritorio, sino que hay que conocer al pueblo autóctono, en lo que hay un error palpable, como ya se lo probé en un debate anterior. No hay peor lector que el que no quiere leer. Fuera de haber nacido en La Araucanía, durante mis investigaciones he reconocido muchas veces las tierras y poblados araucanos. La última vez, hará dos años, lo tuve que hacer en las inmediaciones de Collipulli bajo protección policial: una camioneta y luego un carro blindado.
Supone el señor Soublette que nunca he estado en la tierra de los antiguos pehuenches (que no eran araucanos) porque vivían en terrenos cordilleranos; pero la verdad es que he estado en tres ocasiones en ese espacio, la última vez cerca de Argentina empleando carpas, que en pleno enero amanecían escarchadas por fuera.
Soublette parece ignorar mi libro "Los pehuenches en la vida fronteriza", pero sigue manifestando desconocer lo que fue aquel pueblo y su desaparición bajo la presión mortal de los araucanos. La historia es una ciencia y algo muy distinto a las opiniones anímicas de corte populista. Tiene, sin embargo, algo de razón el señor Soublette, cuando afirma que es inútil polemizar conmigo.
Sergio Villalobos R.