En el 2012, sorpresivamente y contra todo pronóstico, la experta en Relaciones Internacionales Anne-Marie Slaughter renunció a un cargo muy alto en el Departamento de Estado. Estaba en la cima de su profesión y contaba con la admiración de muchas jóvenes que la veían como un modelo. No es necesario decir que su dimisión no tuvo nada que ver con su desempeño. El motivo fue familiar, pues simplemente no pudo compatibilizarlo con la crianza de sus dos hijos, a pesar del enorme apoyo de su marido. Sus razones las expuso en un muy comentado y viralizado artículo: mientras el mundo del trabajo y de la familia no se renueven radicalmente, no basta con educar y potenciar a los millones de mujeres que entran a la fuerza laboral mundial, pues muchos otros factores juegan en su contra. En su nuevo libro, "Unfinished Business", ahonda el tema y sostiene que en la práctica el trabajo está hecho para que les vaya bien a los jóvenes o a las personas sin hijos: horarios extenuantes, conexión 24/7 y escaso espacio para la vida familiar, que es vista como una "carga". "Lo que une a todas las mujeres es la lucha por combinar competencia y cuidado en un sistema que premia uno y penaliza el otro", afirma Slaughter.
Una pareja con familia debe proveer ingresos y cuidado. Por milenios, ambos roles se dividieron por sexos; pero aunque muchas mujeres ya están en el "proveer", aún no se comparte el "cuidar", algo esencial para la autora. Asimismo, plantea que es muy relevante que el Estado provea salas cuna de alta calidad y en horarios reales, que las empresas revisen por propia iniciativa sus políticas salariales y sus brechas de género y las corrijan sin esperar una ley (¿la convicción ética no es suficiente, acaso?), así como terminar con la cultura de jornadas largas y poco productivas. Y, desde el punto de vista social, que se deje de mirar mal al hombre que cuida a sus hijos o a la mujer que gana más que el marido y ejerce el poder con asertividad. Así, se puede iniciar un largo e imperfecto camino en pos de una cierta nivelación de la cancha para hombres y mujeres, que impida que mujeres como Slaughter se vean obligadas a dar un paso al lado de cargos altos.
Estas son problemáticas urgentes en el Chile de hoy. Y es extraño y decepcionante que en los últimos años escaseen políticas públicas efectivas que mejoren esta situación significativamente. El celebrado posnatal extendido (sin duda, una ayuda enorme para las madres) ha sido tomado por muy pocos hombres, lo que puede acentuar más el problema. La ley de igualdad salarial, de la primera administración Bachelet, es, en la práctica, letra muerta. La meta de lograr una cierta paridad en los cargos más importantes del Estado -lo que tiene un enorme poder simbólico- claramente se debilitó.
En medio de la confusión política actual, sería óptimo poner el foco en solucionar temas como estos, que tienen adhesión bastante transversal y que de no enfrentarse tendrán enormes consecuencias para el futuro, en términos demográficos, de crecimiento económico y de evolución social.