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Editorial
Lunes 12 de octubre de 2015
Oportunidad para Afganistán
Veintidós muertos en un hospital de Médicos Sin Fronteras en Afganistán por un ataque aéreo norteamericano ha revivido la discusión sobre la permanencia de tropas de la OTAN en ese país, azotado por una guerra civil....."
Las opciones de un acuerdo de paz son escasas, a pesar de que hay indicios de que, bajo presión de las potencias extranjeras, el gobierno y los talibanes negociarían.
Médicos Sin Fronteras considera que el ataque a su hospital es un crimen de guerra, que debe ser investigado por una comisión independiente y no por los militares de EE.UU. Washington se niega de plano. La ONU espera informes oficiales antes de involucrarse. Al margen de las responsabilidades del mando militar y político, y de consideraciones éticas, este incidente muestra crudamente la situación en ese país, escenario de la primera represalia norteamericana a los atentados de 2001.
Con un gobierno recién asumido a fines del año pasado, con sus enemigos, los talibanes, divididos en luchas por la sucesión tras la muerte del líder, el mulá Omar, Afganistán tiene la oportunidad de echar a andar un proceso de paz que ha sido esquivo hasta ahora, a pesar de múltiples intentos de acercamiento en los últimos años. El Presidente Ashraf Ghani parece abierto a negociar con los talibanes, y dispuesto a explorar alternativas, pero sin descuidar el flanco militar.
A diferencia de su antecesor, Hamid Karzai, demasiado desprestigiado y desgastado después de años sin estabilizar el país, Ghani puede intentar un nuevo comienzo. Su gobierno cuenta con el respaldo de las tropas de la OTAN, unos 13 mil soldados que combaten junto a las fuerzas locales y entrenan a los nuevos efectivos, para consolidar el control sobre el territorio, enfrentando las ofensivas de los talibanes que pretenden ganar terreno antes de sentarse a la mesa de diálogo.
En ese sentido, será fundamental la decisión que debe tomar Barack Obama en los próximos días, de mantener el nivel actual de sus fuerzas (unos 9.800 efectivos) y no reducirlas a mil como prometió para 2016. De eso dependerá que los países de la OTAN no disminuyan su presencia. Analistas militares temen que si los aliados se retiran, los afganos no sean capaces de contener a los talibanes y estos, fragmentados por las luchas internas, se sometan a extremistas como los del Estado Islámico. Las lecciones de Irak no han caído en el vacío.
¿Será posible la paz con los talibanes?
Tal como se vio en el caso de Colombia y las FARC, una negociación de paz con rebeldes puede no solo ser difícil, sino muy polémica, más si los combatientes piden inmunidad para sus crímenes y participación política. Algo así pasa en Afganistán, ya que, entre las condiciones para dejar las armas, los talibanes quieren cambiar la Constitución, asegurarse un papel en el nuevo escenario político y apurar el retiro de la OTAN.
Estados Unidos, Pakistán y China son los países más involucrados en un eventual proceso de diálogo. Washington ya ha participado en conversaciones preliminares en varias ocasiones, sin resultado, pero hay voluntad de seguir haciéndolo. En cuanto a Pakistán, cuyo apoyo indisimulado a los talibanes ha sido causa de la prolongación del conflicto, necesita paz en el vecindario, pero no a costa de perder influencia en Afganistán. Su preocupación siempre es evitar que India gane terreno, pero también mantener a raya a los talibanes paquistaníes.
China es el nuevo actor en este conflicto. Con grandes inversiones en minería y energía en Afganistán, con pocas ganas de que el extremismo islámico cruce su frontera y con una férrea voluntad de demostrar su calidad de potencia global, Beijing puede influir para que se inicien negociaciones que lleguen a un resultado satisfactorio.
Con todo, los analistas consideran que cualquier negociación será larga y complicada, y que puede tener tantos fracasos como las veces anteriores, pero reconocen que este puede ser un buen momento para intentarlo.
El debate sobre la tenencia de armas en Estados Unidos
Dos nuevos incidentes relacionados con armas en establecimientos educacionales han reabierto el debate en EE.UU. sobre la necesidad de establecer límites a la tenencia y porte de armas. No se trata de prohibirlas, sino de tener regulaciones para la venta y licencia para cargarlas. Hace dos años, Obama presentó un proyecto para evitar que personas con antecedentes penales o enfermedades mentales dispusieran libremente de armas: fue rechazado por los legisladores.
Los defensores de la libertad total esgrimen la segunda enmienda de la Constitución, que señala que "siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho de las personas a poseer y portar armas no podrá ser vulnerado". Hay quienes interpretan que la primera parte del texto asegura solo a los miembros de una milicia de defensa ese derecho; en cambio, los partidarios de la libertad total señalan la segunda parte como clave del texto.
No se pondrán de acuerdo, y es alarmante que, como hemos visto en estos días, los episodios de violencia irracional contra inocentes no puedan ser evitados. Es verdad que los tiroteos efectuados por enfermos son difíciles de prevenir; sin embargo, es también cierto que si hay total libertad para obtener un arma, mayor es la probabilidad de una desgracia.
Lo mismo vale para la tenencia de armas para resguardo personal ante la delincuencia. Muchas veces se ha visto que antes de usarse el arma, los delincuentes se apropian de ella, con más riesgo para la víctima.