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Cartas
Lunes 12 de octubre de 2015
Hace 80 años
Señor Director:
Tengo 97 años y hace 80, el 12 de octubre de 1935, a mis 17, en el Teatro Principal de la calle Ahumada, juré por Dios y por la Patria ponerme de pie para servir a Chile y a su gente. Éramos un puñado de jóvenes dando nacimiento a un nuevo partido político, que más tarde se llamaría Democracia Cristiana. Creo ser el único que puede dar testimonio de aquel evento, atendiendo a la lista de asistentes a dicho encuentro, aparecida en el libro de George Grayson "El Partido Demócrata Cristiano Chileno", publicado por la editorial Francisco de Aguirre en 1969.
Fuimos la juventud que quisimos fuera descaradamente cristiana. Quisimos, como falangistas, actuar con tres requisitos esenciales: claridad en lo que pensábamos; precisión en lo que queríamos y decisión en lo que debiésemos hacer.
Dentro de la comunidad partidaria, nos unió siempre la gran tarea nacional, fundada en los valores permanentes de la filosofía cristiana, es decir, el espiritualista y que sostiene que la persona está al principio y en todos los tramos, como la medida suprema del orden social. En estos postulados, era siempre una obligación para todos nosotros, los demócrata-cristianos, oponernos a la filosofía marxista y al capitalismo, porque derivan de principios opuestos a los nuestros.
Creemos en la política y en la permanencia de las agrupaciones políticas que dentro del régimen de cristiana, legítima y necesaria libertad, se generan no por simples diferencias de criterio, sino por concepciones sobre las ideas e instituciones básicas de la sociedad. Siempre tuvimos solo en cuenta, basados en nuestra fe, que el único objetivo de la política cristiana es el bien común. Fue siempre nuestro principio, fue siempre nuestra dignificación en la política, tratar de no olvidar una de las sentencias más simples, más humanas y de profundo sentido social: amar a tu prójimo como a ti mismo.
Han pasado 80 años desde el 12 de octubre de 1935. Fui dirigente, fui diputado, fui abogado de pobres y de indígenas. Formé una maravillosa y gran familia. Siempre fui leal a mi partido. Quise siempre mejores días para nuestra patria: Cristo entre hombres y mujeres de hoy, el sermón de la montaña como norma de los hombres y mujeres de hoy. Soy un agradecido de Dios y de la vida.
Mario Arancibia Cárdenas
Abogado Diputado por Osorno 1965-1969