Señor Director:

El grave nivel de los escándalos y el rechazo total de los ciudadanos a casi todas las instituciones que están al servicio del bien común, nos imponen el deber ético de dar claras señales, acciones y no palabras, de que aún creemos en el país del bien común y la libertad de todos sus habitantes, de la inclusión social de todos, el país sin privilegios y el de la sanción justa a todo tipo de abuso y acto que esté al margen de la ley.

Este es el deber ético que se nos impone de manera urgente a ricos y pobres, pero por sobre todo a la clase política y económica. También a las iglesias.

A esta luz, la actitud de los gremios y autoridades de Gendarmería, nos dan una señal política digna de felicitar y de imitar. Más allá de las descalificaciones que se dieron, fue el diálogo sincero y la búsqueda del bien y de lo justo, tanto para los funcionarios como los destinatarios de su servicio, los presos, lo que posibilitó una pronta y justa solución.

Las asociaciones gremiales, las autoridades de Gendarmería y el Ministerio de Justicia nos han dado una fuerte y clara señal del camino que debemos recorrer como país. No es el conflicto por el conflicto lo que hará de Chile un país más justo; tampoco lo es la justificación de los abusos e irregularidades, ni la ley del más fuerte o del más descalificador. El camino es la verdad y la aceptación humilde de las consecuencias de los errores; es el diálogo social sincero, inclusivo y transparente con el objeto único del bien de todos y no de intereses particulares, por justos que ellos sean.

La sociedad chilena somos todos, no solo algunos. Y a todos nos corresponde el deber de construir su futuro. Gendarmería nos mostró un camino para posibilitarlo. Ojalá la clase política y empresarial estén a esta altura ética.

P. Luis Roblero Arriagada sj
Capellán Nacional de Gendarmería