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Editorial
Viernes 09 de octubre de 2015
La irrupción de Putin en Siria
A diferencia del proceso de toma de decisiones en Rusia, donde Vladimir Putin mantiene su hegemonía, las resoluciones de la alianza de EE.UU. demoran mucho tiempo, pues requieren no solo de la determinación de los estrategas de Washington...
Mientras los aliados de Estados Unidos debaten largamente estrategias para poner en práctica en Siria, los rusos lanzan misiles desde el Mar Caspio contra el Estado Islámico, y la aviación rusa apoya a las fuerzas armadas de Bashar al Assad en una ofensiva terrestre que permitió avanzar sobre posiciones de los rebeldes, supuestamente de Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda. El objetivo de esta última operación es asegurar zonas de mayoría alawita, la secta del Presidente sirio, y al mismo tiempo resguardar la base naval de Latakia, bastión de la fuerza aérea rusa.
A diferencia del proceso de toma de decisiones en Rusia, donde Vladimir Putin mantiene su hegemonía, las resoluciones de la alianza de EE.UU. demoran mucho tiempo, pues requieren no solo de la determinación de los estrategas de Washington, sino también acuerdos con los países que participan en ella. Se necesita de un largo y complejo período durante el cual apenas se ve movimiento militar en la zona. Ayer, por ejemplo, los ministros de Defensa de la OTAN analizaban la intervención rusa, sin llegar a conclusiones definitivas, pero anunciaron que estarían en condiciones de defender a Turquía, miembro de la Alianza Atlántica, si se veía amenazada. Hace unos días, aviones rusos violaron el espacio aéreo turco "por error".
En su tercer mandato como Presidente (con un intermedio como Primer Ministro), Vladimir Putin ha acumulado todo el poder en sus manos. A pesar de que existe un Parlamento, la Duma, donde están representados varios partidos de distintas tendencias, el oficialismo tiene la mayoría absoluta y al Presidente le basta enviar un proyecto para que se haga ley. Tal es el caso de la aprobación por parte del Legislativo de la intervención en Siria, la cual se hizo, según el Kremlin, a pedido expreso del Presidente Al Assad, lo que, según sus términos, legitima los operativos rusos por ser los únicos apegados al derecho internacional. Los empresarios afines al régimen tienen total libertad, salvo para financiar actividades políticas. Los que no entendieron eso perdieron sus empresas, cayeron a la cárcel o están en el exilio.
La oposición "tolerada" en Rusia no tiene mayor influencia, vive al vaivén de los designios del Kremlin. Los opositores más duros, aquellos que se manifiestan como defensores de una democracia liberal al estilo occidental, están totalmente neutralizados por el Kremlin. Vale la pena recordar el asesinato, supuestamente por terroristas chechenos, del líder opositor y ex viceprimer ministro Boris Nemtsov, frente al Kremlin en febrero pasado, después que hiciera duras críticas a la política de Rusia en Ucrania.
Según ha dicho el propio Putin, la diferencia entre un "opositor" y un "quintacolumna" es que el primero lucha "por los intereses de la patria" y el otro "cumple órdenes de un país extranjero". Esta distinción es significativa por cuanto se ha acusado tanto a políticos como a ONG de ser instrumentos de potencias por haber recibido financiamiento externo. La mayoría de las fundaciones extranjeras se han ido de Rusia.
Mijaíl Gorbachov considera que en Rusia "la democracia es una farsa, porque tenemos instituciones, pero no funcionan, y leyes que no se aplican". Pero debe reconocerse que, a pesar de su autoritarismo, que algunos llaman despotismo, Putin goza de una popularidad que no ha bajado del 80 por ciento en los últimos meses, lo cual lo hace invulnerable a las presiones de sectores opositores.
En el caso de su política hacia Siria, algunos analistas piensan que dada la recesión, producto de la caída de los precios del petróleo y de las sanciones que impusieron la Unión Europea y EE.UU., el Presidente podría estar más cauto en profundizar su involucramiento en Siria, manteniendo las operaciones aéreas sin pensar, por ahora, en una incursión de sus tropas en terreno. Pero eso lo va a decidir Putin sin consultar a nadie.