Señor Director:
En su última
carta, el ex ministro Cortázar sostiene que decenas de análisis que han defendido el reemplazo interno en la huelga muestran que su prohibición "afectaría la competitividad de nuestra economía, su crecimiento y la paz social". El problema, sin embargo, es que la mayoría de dichos análisis adolecen del mismo defecto que el de Cortázar, están plagados de inexactitudes y especulaciones sin fundamento, exhibiendo pocos datos específicos.
Por ejemplo, en su última réplica, Cortázar insiste en que en Alemania, Francia e Italia los "reemplazos internos" existen, pero sigue sin indicar una sola norma legal que sustente su afirmación, sugiriendo, en cambio, que ello sería así en virtud de fallos judiciales. Esto omite que cuando se trata de fallos judiciales, hay que analizarlos caso a caso, para saber en qué hipótesis particulares y específicas no se sancionó el esquirolaje interno, atendidas las especiales características que la huelga presenta en esos sistemas legales: se trata de huelgas polivalentes -con cualquier finalidad, incluidas políticas- en el contexto de negociaciones colectivas sectoriales o ramales, sin regulación legal procedimental -sin preaviso ni mediación administrativa obligatoria- y sin servicios mínimos no vinculados a servicios esenciales. Nada de eso ocurre en Chile.
Por otra parte, y en relación con la paz social, justamente lo que se busca al prohibir los reemplazos en la huelga -y así aumentar el poder de negociación de los trabajadores chilenos- es promover tal objetivo, porque, como de seguro lo sabe Cortázar, allí donde no hay justicia suele no haber paz. Mayores niveles de sindicalización y más poder de negociación de los trabajadores están asociados a una menor desigualdad del ingreso (Hacker & Pierson, 2010), lo que a su vez genera una mayor armonía social. Dada la relación entre mayor poder sindical y menor desigualdad, no debiera sorprender que mientras Chile exhibe una pésima distribución del ingreso medida según el Coeficiente de Gini (0,51), en Alemania, Francia e Italia este se mueve en un rango que va de 0,29 a 0,33.
Finalmente, la competitividad de nuestra economía no debiera seguir descansando en el desconocimiento del derecho de los trabajadores chilenos a una huelga efectiva. Nuestro país lleva demasiados años basando su competitividad en los bajos salarios de los trabajadores. La última debiera basarse, en cambio, en mayores niveles de capital humano y una mayor productividad de la fuerza laboral. Y para lograr eso se necesitan sindicatos sólidos, empoderados y legitimados.
Javier Couso Claudia Sanhueza Kirsten Sehnbruch José Luis Ugarte
Académicos UDP