Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt), el anfitrión y protagonista, está de pie sobre la antorcha de la Estatua de la Libertad, y desde ese lugar va a relatar la proeza del 7 de agosto de 1974, cuando extendió un cable de acero entre las Torres Gemelas y a 417 metros de altura las cruzó una y otra vez durante 45 minutos.
El Petit de carne y hueso, en la actualidad, es un francés de 66 años, un mago y funámbulo que dejó el testimonio de su hazaña en el libro "Alcanzar la nubes", y sobre ese material se basa tanto esta película de ficción como el documental "Man on wire" (2008) de James Marsh, que ganó el Oscar en la categoría.
El director Robert Zemeckis le da a la historia un tono de cuento inocente e infantil.
Es cierto que no es una película de animación, como otras del director -"El expreso polar" (2004) o "Los fantasmas de Scrooge" (2009)- pero el desafío fue de tal calibre y magnitud que no parece humano, sino propio de un efecto visual o de un truco o de la animación.
También fue un tipo de aventura individual que está presente en su filmografía: la travesía de "Forrest Gump" (1994), el sobreviviente de "Náufrago" (2000) o el piloto que salva y rescata a los pasajeros y el avión de "El vuelo" (2012).
La película mantiene un tono festivo y juvenil, donde Francia es un rosario de lugares comunes: picnics al aire libre y pureza de la campiña, callecitas de París, abundante vino tinto en botella; el aire despide sensualidad y el Barrio Latino está repleto de juglares y cantantes.
El caso es que Petit y su pequeño grupo de novia y amigos viajan envueltos en los brazos de una Francia con hervor anarquista, vocación subversiva, propósitos libertarios, cruzar lo prohibido y romper la legalidad.
Esto ocurre en los años 70 y el golpe artístico de Petit es un complemento a la técnica, un gesto poético para la estructura y algo de locura y belleza sobre un acero y hormigón que fueron destruidos en septiembre del 2001.
Este es un dato esencial que le da resonancia a la caminata sobre el cable.
Es una proeza que se convirtió en irrepetible porque el escenario desapareció y eso amplifica el significado del vacío, donde no es solo la altura de las torres, también la sensación de pérdida y el espectro de la hazaña.
Esa información específica, dramática e inevitable, conecta y traspasa los años con lo más profundo e inimaginable: el precipicio humano.
Pero Robert Zemeckis no filma con plena conciencia del escenario y tampoco con la densidad del caso.
No es el gran documental de James Marsh y su opción es más simple y menos compleja: detenerse en la proeza sobre el suelo, atrapar los detalles mínimos y capturar la altura y el vértigo.
"En la cuerda floja", su apuesta y opción es privilegiar y explorar lo técnico, lucir las imágenes en alta definición y extender un poco más las posibilidades del cine en 3D.
"The walk".
EE.UU., 2015.
Director: Robert Zemeckis.
Con: Joseph Gordon-Levitt,
Ben Kingsley, Charlotte Le Bon.
123 minutos.
T.E.