¿Cuán distinta a otras puede ser esta etapa clasificatoria mundialista para Chile como campeón vigente de Copa América? Esa es una de las preguntas de fondo -y de largo plazo- que desde hoy la selección tiene que empezar a responder.
Es un hecho de la causa que Chile afronta esta eliminatoria como uno de los favoritos o candidatos más fuertes para llegar a Rusia 2018, un estatus que nunca nos ha favorecido y al cual no estamos acostumbrados. Pero el dato es real, indesmentible, y hay que internalizarlo para que juegue a beneficio propio y no nos termine enterrando como ha sucedido las pocas veces que nos hemos encontrado en una condición preferencial. ¿Cómo aprovechar este estado de gracia? Esa es otra respuesta que nos debe entregar el equipo de Sampaoli.
Sacarle partido a que nos miren de chico a grande, a que nos perciban superiores, a que exageren nuestras fortalezas y minimicen las debilidades, requiere de toda una estrategia que no sólo pasa por el rendimiento dentro de la cancha, sino que por una convicción interna de la que este grupo ya ha dado prueba, pero siempre desde la perspectiva de la deuda histórica -un título continental- y nunca, como ahora, mirando a los demás rivales desde el pináculo.
Brasil puede ser uno de los dos oponentes más incómodos para comenzar esta carrera, pero representa la selección ideal para estrenar la nueva etiqueta que se ganó en julio pasado. Contrincante superior, ganador por tradición, de un poderío innegable aunque no transite por un período particularmente feliz en resultados y calidad futbolística, otorga hoy una ventaja que Chile debería explotar, la de ser el único grande del Atlántico con el que no hay una deuda pendiente cercana, como sí son Uruguay y Argentina, a los que en Copa América se les venció luego de verdaderas batallas con varios heridos en el camino.
La otra ventaja de que sea Brasil el adversario inaugural es que dada su tremenda calidad se despejará rápidamente la duda de si la selección nacional será capaz de lucir su nueva categoría de estrella y no de artista invitado; en otras palabras, si podrá consolidar el rol protagónico que ha ensayado muchas veces en amistosos contra rivales de peso y en la pasada Copa América o si tendremos que volver a convivir con las campañas oscilantes a las que, los más memoriosos y también más pesimistas, nos acostumbramos cada vez que una eliminatoria se nos aparece en el camino.
Chile comienza hoy un nuevo camino. Con las mismas obligaciones y dificultades que siempre, pero con el peso de la Copa encima. Pueda ser que este mayor tonelaje no sea una carga que impida seguir avanzando.