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Editorial
Jueves 08 de octubre de 2015
Empuje a Portugal (II)
La tendencia parece estar del lado de coaliciones que gocen de credibilidad y den confianza a la ciudadanía al momento de lidiar con los graves problemas económicos...
Portugal ha sido un campo de pruebas de las medidas necesarias para sacar adelante la economía de un país pequeño. Ayer, en estas páginas quisimos recrear exactamente lo que se pensaba de Portugal hace cuatro años, cuando en medio de una coyuntura económica dramática, el Premier Pedro Passos Coelho ganó las elecciones generales y debió aplicar un programa de austeridad, única salida a sus problemas de fondo.
En 2011, Portugal era uno de los países -con España y Grecia- que amenazaban caer en la insolvencia, por eso aceptó un rescate de la "troika" -Comisión Europea, el FMI y el Banco Europeo- de 87 mil millones de dólares. A cambio debía aplicar el plan de austeridad que contemplaba hacer drásticas reducciones al gasto público, y alzas de impuestos que incluían el IVA y el reavalúo de propiedades rurales. Lo más duro sería recortar los beneficios de cesantía y reducir las pensiones. También se consideraba privatizar empresas emblemáticas, como aerolíneas, administración de aeropuertos y ferrocarriles de carga, y de un banco. Y así lo hicieron. El gobierno de Passos cumplió los compromisos en tres años, y no necesitó un nuevo rescate de la troika, pero el programa golpeó a la clase media.
Hoy, los frutos de ese programa están a la vista: después de sufrir tres años de recesión, la economía repuntó este año, volvió a crecer, y el desempleo a bajar, un tema sensible aunque la desocupación en Portugal nunca alcanzó las tasas españolas. La aplicación del programa de austeridad de la troika, tan resistido por Grecia, por ejemplo, demostró ser eficaz para su notorio progreso, y da esperanzas a otros países.
El resultado electoral del domingo en Portugal, donde triunfó la coalición de centroderecha en el poder, demuestra que si la ciudadanía está bien informada y tiene la voluntad de hacer esfuerzos para enmendar errores, da un espaldarazo a quien no hace vanas promesas, sino que ofrece soluciones reales. Ahora, Passos Coelho tiene el doble desafío de mantener el camino de la mejora económica y lograr un gobierno "sólido y estable", tal como se lo pidió el Presidente. Sin mayoría absoluta en el Parlamento, el Primer Ministro está obligado a negociar con otras formaciones para seguir adelante con su programa de reformas.
El electorado luso demostró no confiar en los partidos más radicales ni en sus propuestas rupturistas. Si bien formaciones extremistas, como el Bloque de Izquierda, cercano al Podemos español y al Syriza griego, o el Partido Comunista, lograron buenas votaciones, el Partido Socialista, con un mensaje de cambio pero no de ruptura y firme en su propósito de respetar los compromisos europeos, fue el segundo más votado.
Así el panorama, es probable que Passos, y su coalición de socialdemócratas y democratacristianos, pueda negociar con los socialistas -a los que ya invitó a dialogar- para obtener votos suficientes en el Parlamento y sacar adelante sus iniciativas. Los socialistas afirman ser "una garantía de estabilidad" para el país, y por eso han preferido no estar en el poder antes que aliarse con el BI o el PC para formar un gobierno. El primer desafío de Passos será aprobar el presupuesto para 2016, una prueba de su capacidad para crear una mayoría útil en el Parlamento.
El triunfo electoral de la centroderecha portuguesa se suma a las recientes victorias de sus pares en Finlandia y Gran Bretaña, sector político que no le ha temido al apriete del cinturón para sacar a sus países de la crisis. A pesar de los cantos de sirena populistas y al son de los fracasos rotundos de las izquierdas (en Francia, Italia y Grecia) para enfrentar las crisis, la tendencia parece estar del lado de coaliciones que gocen de credibilidad y den confianza a la ciudadanía al momento de lidiar con los graves problemas económicos.