Debo hacer una aclaración a una columna. La de la semana pasada, donde cometí una exageración al decir del fútbol chileno de los años sesenta: "¡Pero si era así de malo!". Fue un exceso de mi parte.
Me lo comentó un colega, compañero de muchas columnas, partidos y comentarios, tipo de gran conocimiento y una de las mejores personas que he conocido. Y no era "¡así de malo!".
Era inferior al de hoy, de todos modos. En velocidad, en técnica, en intensidad. Era lento, cómodo y anunciado. Predecible. Es cierto que entonces iba más (mucho más) gente a los estadios, pero también es cierto que en esos años no había más espectáculos de entretención. Hoy, el fútbol compite con el cine, el teatro, la televisión, la masiva llegada de artistas, los videojuegos y... el CDF. Además, la entrada era barata en esos tiempos y hoy, en cambio, es cara.
Aun así, no era para decir "¡Pero si era así de malo!". Me disculpo con todos por la exageración. Con jóvenes y veteranos.
Este tema alcanza también a la selección. Los triunfos de la Roja se centraban en el Mundial de 1962 y en aquellas ocasiones en que habíamos rasguñado una figuración honrosa en la Copa América, en alguna clasificatoria o algún resultado en un Mundial. Y poco o nada más.
Hoy, en cambio, nos vamos acostumbrando a figuraciones más que honrosas y a una exigencia popular que es derechamente competitiva. Esto dura ya un tiempo, con certeza desde los juveniles de Canadá. Y el momento que vivimos no podemos atribuirlo solamente a que tenemos jugadores triunfando en Europa. No. Marcelo Bielsa no armó sus primeros planteles en Madrid ni en Roma, sino con gente que a través de la selección se fue labrando un futuro internacional.
Lo concreto es que, dentro de horas, estaremos frente a un equipo, Brasil, al que siempre temimos y al que hoy solamente respetamos. Y lo respetamos porque es Brasil, porque la historia suele jugar, porque tiene algunos buenos jugadores y porque hay que respetar a todos los rivales. Pero nada más.
Brasil no es hoy el seleccionado lleno de estrellas de otros tiempos. De hecho, el equipo de mañana no tiene más figuras que Chile. Ellos quieren creer que están viviendo una etapa "de transición" y puede ser así. Pero también cabe la posibilidad de que se trate de un estado de estancamiento o, incluso, una transición hacia el retroceso. ¿Por qué no?
Esto no significa que debamos esperar obligadamente un triunfo mañana. Eso sería otra exageración.