La política argentina recibió un remezón el domingo cuando cinco candidatos presidenciales se enfrentaron en el primer debate televisivo de la historia trasandina, algo habitual en las democracias de Occidente, pero no en Argentina. Lo más sorprendente es que el candidato oficialista que encabeza las encuestas, Daniel Scioli, se bajó después de haber negociado por meses las reglas que definirían la confrontación. Porque los debates políticos son parte importante de los procesos electorales y de la democracia misma, es lamentable que para justificar la ausencia de su candidato el gobierno de Cristina Fernández lo calificara de "show mediático".

Scioli no quiso arriesgar su capital de votos seguros, pero sin duda pagará un costo con los indecisos, a los que necesita capturar si quiere vencer en primera vuelta. Para ello requiere el 45 por ciento de los votos, que no tiene, o 40% y una diferencia de 10 puntos, que tampoco ha alcanzado. Mauricio Macri (centroderecha) y Sergio Massa (peronista disidente), en cambio, capitalizaron la ausencia del gobernador de Buenos Aires, a quien nombraron en más de una ocasión, poniendo de relieve su "falta de respeto por la ciudadanía y por los otros partidos".

Es obvio que a Scioli le conviene observar la disputa entre Macri y Massa, y evitar los traspiés frente a la cámara, para llegar al 25 de octubre con suficiente ventaja y evitar así una segunda vuelta. Por eso no le interesa jugarse frente al público, ni menos presentar propuestas que lo alejen demasiado del gobierno, por temor a perder voto duro, pero también para evitar problemas con la Presidenta. Cristina criticó fuerte a un gobernador peronista que osó referirse a una supuesta negociación de Scioli (si ganara la presidencia) con los acreedores extranjeros. Afirmar los votos kirchneristas y ganar lo que se pueda en el centro parece ser la máxima de Scioli en este momento.

Para Macri y Massa es complicada la estrecha diferencia que mantienen en las encuestas. Están pagando la incapacidad de ponerse de acuerdo para una candidatura única, con la que hoy estarían bordeando el 50 por ciento. Macri evita una disputa directa con Massa, cuyo electorado necesita captar; en cambio, para Massa todo vale si quiere ser él quien desafíe a Scioli en una segunda vuelta.

Al momento de las propuestas concretas, es una lástima que en el debate los principales contendores hayan evitado referirse en detalle al ajuste económico que requiere Argentina; si bien hablaron de eliminar retenciones a las exportaciones agrícolas y terminar con los impuestos a las ganancias de los trabajadores, el "cepo cambiario" no fue mencionado. Prefirieron explayarse sobre educación, seguridad, jubilados y acceso a créditos habitacionales, todos temas muy importantes pero menos controvertidos.

Lo que está claro es que el debate, con todos sus méritos, no definió el resultado electoral.