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Cartas
Domingo 04 de octubre de 2015
El problema del embarazo tubario
Señor Director:
Un embarazo implantado en la trompa de Falopio representa un problema médico complejo y de variable presentación. Desde hace mucho tiempo sabemos que el trofoblasto (placenta), al implantarse en ese órgano e infiltrar sus paredes, puede provocar su perforación y una hemorragia interna con peligro de anemia aguda y riesgo vital. No todos esos embarazos presentan esa complicación, pues algunos se resuelven espontáneamente, y tenemos criterios clínicos para predecir la probabilidad de que ello ocurra.
La pregunta que surge es si al realizar una intervención destinada a curar a una mujer de un embarazo tubario se causa directamente la muerte del embrión, constituyendo esa acción un aborto provocado.
Si hacemos el diagnóstico en una mujer con evidentes signos de anemia y de un embarazo tubario roto, el médico no tiene alternativas, y su obligación es actuar con prontitud, terminando con el sangrado que causa el riesgo vital. La causa de la hemorragia es la acción del trofoblasto, que al invadir la pared de un órgano no apto para ello provoca su ruptura; lo más probable es que ahí haya que extirpar la trompa rota o extraer ese trofoblasto. Si el embrión estuviese todavía vivo, a consecuencias de la acción médica dejaría de estarlo, pero esa muerte no sería directamente provocada, ya que la acción está destinada a evitar la causa de la hemorragia, y la muerte del embrión ocurriría como un efecto secundario, aceptado, pero no querido, y además proporcionado.
Si el diagnóstico de embarazo tubario se hace antes de la ruptura de la trompa o del sangrado, las guías clínicas nos indican evaluar cada caso en forma individual. A veces solo observamos si existen elementos clínicos que orienten a que esa situación se resolverá espontáneamente. Si existen elementos predictores de una complicación, optamos por una intervención habitualmente medicamentosa, con drogas que inhiben la replicación e invasión del trofoblasto. En estos casos, la muerte consecuente del embrión es también indirecta, ya que lo que determina la hemorragia o la ruptura de la trompa no es la presencia vital del embrión, sino que la acción del trofoblasto. Tanto es así, que aunque el embrión esté ya muerto, ese trofoblasto puede seguir activo y provocar la complicación posterior (alrededor del 10% de los casos).
Dr. Mauricio Besio R.
Profesor asociado División de Obstetricia y Ginecología, PUC